Ala espera de su último capítulo este domingo en Estados Unidos, la segunda temporada de Homeland ha confirmado lo que establecíamos el año pasado: ninguna serie se acerca, ni de lejos, a su capacidad para meterse en líos, en callejones aparentemente sin salida, y escapar de ellos no sólo indemne, sino con los aplausos de público y crítica en el zurrón. Sólo el hecho de que haya una segunda temporada tras la vertiginosa primera entrega ya fue digno de muchas, muchísimas dudas. ¿Será posible mantener la extrema tensión con Brody una vez cruzado el Rubicón del búnker presidencial? ¿Cómo recuperará la CIA a su mejor pero más inestable agente tras el eléctrico final de la primera temporada? ¿Hasta cuándo seguirá la tensión sexual entre los protagonistas, hasta cuándo podrá el marine mantener las cosas en orden en casa? Los críticos veían Homeland, al principio, como un francotirador apostado: esperando que más temprano que tarde alguien se equivocaría con el guión y toda la trama se vendría abajo, cual castillo de naipes. Todo habría sido una ilusión, demasiado buena para ser verdad. Pero de momento, la verdad es que Homeland es buena, buenísima, histórica. Y todo manteniendo su ritmo de jazz y las interpretaciones estelares a cargo del trío mágico que forman Claire Danes, Damian Lewis y Mandy Patinkin, parodiados por cierto, de forma magistral e hilarante por un reciente Saturday Night Live. Adaptación de una serie israelí, Homeland ha puesto a la cadena de pago Showtime a la altura de sus grandes competidoras, la HBO y la AMC. La trama de Gansa, Gordon y Cuesta no tiene nada que envidiarle en términos de calidad a las otras grandes de estos años. Puede mirar a los ojos, sin bajarlos, a Breaking Bad, Boardwalk Empire y Mad Men. Palabras mayores. Y aunque este año hay que descontar el efecto sorpresa que supuso la primera temporada, casi tan sorprendente ha resultado que se pueda estirar, sin romperlo, el guión. Y, a sabiendas de que ha sido renovada por una tercera temporada, todavía en este momento nos surge de nuevo la incertidumbre, la inquietud por ver hasta cuándo y dónde dará de sí este thriller valiente y políticamente incorrecto con tantos giros como ha dado últimamente. Pero sus creadores se han ganado todo el crédito. No descarten que este año se vuelva a llevar muchos premios.

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