BIEN por el jurado que ha dado el Premio Euskadi de ensayo a un etarra condenado a 27 años de prisión que se fugó en 1985 y sigue perdido por ahí. Y bien por el Gobierno vasco que ha aceptado, en vez de rechazarla, la decisión del jurado; limitándose a oponer "serios reparos a que un premio que auspicia y dota económicamente recaiga en una persona condenada por su pertenencia a ETA y que no se ha retractado nunca de su militancia" y a retener su importe (18.000 euros) hasta "que el premiado regularice plenamente su situación con la Justicia". Valientes que son las criaturas. Sólo faltaría que el lehendakari le diera el premio al etarra fugado.
Bien, también, por el fiscal superior del País Vasco que se ha permitido decirles a los etarras que la sociedad y las víctimas serán generosas si se disuelven y piden perdón: "Supongo que es difícil, que tenéis que tener mucho valor para ello, para cambiar de vida, para dejar la clandestinidad, para mirar a las víctimas a la cara y para pedirles perdón. Pero todos os lo estamos pidiendo… El pueblo y la Justicia que emana del mismo sabrá reconoceros el paso que deis en este sentido y sabrá ser generosa para comenzar de nuevo a construir una sociedad justa, libre y plenamente democrática donde todos quepamos, también vosotros".
Pues mire usted, señor mío, muchos les pedimos que se rindan y se pongan a disposición de la Justicia sin contrapartidas; muchos no concedemos ningún valor a su petición de perdón, que además no se produce ni se la espera; y muchos entendemos que fue durante la Transición cuando se construyó una sociedad justa, libre y plenamente democrática donde todos cabemos: la misma que ellos llevan tres décadas atacando con chantajes, secuestros, atentados y asesinatos. No sé lo que hará la Justicia, porque eso es imprevisible en nuestro país, pero sí que una parte considerable del pueblo no puede ni quiere -porque se lo impide su sentido de la justicia y por respeto a las víctimas- ser generosa con los asesinos para construir una democracia que ya existe a pesar de ellos.
La realidad, hoy, es que ETA no se ha disuelto, que Bildu hace el trabajo de Batasuna y que una veintena de antiguos miembros de la coalición ilegal, incluso condenados por pertenencia a la banda, trabajan bajo la cobertura de Bildu en ayuntamientos y en la Diputación de Guipúzcoa. Lo denuncia el primer Informe contra la impunidad presentado ayer en Madrid por la mayoría de las asociaciones de victimas del terrorismo. Desgraciadamente, todos sabemos que, antes o después, triunfará la impunidad. Y que a esa vergüenza le llamarán paz.
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