Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Limpia, fija y cambia cromos

10 de noviembre 2010 - 01:00

LAS letras las carga el diablo. Lo sabíamos de las armas. Y una vez, hace años, el entonces presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, me explicó que las encuestas también las carga el diablo. Él es estadístico y hablaba con propiedad del asunto. Se entiende que una vez encargado un sondeo, su resultado puede explotarle en la cara al cliente. Aunque no es frecuente, como se sabe. Ahora se ha puesto de manifiesto el peligro de las letras porque la mitad de las 22 academias de la lengua española de aquende y allende el Atlántico se han puesto de acuerdo para unificar los criterios de definición. Y se ha provocado una enorme polémica. Esta decisión hay que ratificarla dentro de dos semanas en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, con lo que el ruido mediático puede hacer que los académicos, que son de natural conservador, se vuelvan atrás.

Hay gente de luto por el cambio de naturaleza de la i griega, convertida en ye ante la insistencia de la academia mexicana, que representa al primer país hispanohablante del mundo. Se trata de una influencia del inglés, en un solo fonema, guae, y el abandono de la designación latina i graeca. En francés la i griega sigue siendo la i grecque; está claro que la Real Academia Española, creada a imagen y semejanza de la francesa, se ha emancipado de su hermana mayor. Igual que la materia, las letras ni se crean ni se destruyen, simplemente se transforman. Por ejemplo la LL ya no es una letra, sino un dígrafo, igual que la CH. Aunque eso es así desde 1999, ahora se eliminan del alfabeto castellano, que se desnuda porque lo exige el guión de los usos informáticos globales.

Hay letras que además de sonidos de un idioma, son signos gráficos que componen algo más que un alfabeto. Un ejemplo paradigmático es la i griega que permite hacer definiciones geográficas sencillas. Conocemos la i griega vasca, como el trazado de ferrocarril de alta velocidad del País Vasco, que empieza con un ramal que se bifurca en dos. O la i griega que componen el Guadalquivir y el Genil por la casi totalidad del territorio andaluz. La L, en la grafía mayúscula describe a su vez un ángulo recto o una depresión económica seguida de un estancamiento. La S sirve para explicar una serie de curvas a derecha e izquierda o el incierto caminar de un borracho. La X puede significar una incógnita o un empate. A, B y C definen en muchas administraciones categorías laborales; o planes de primera, segunda y tercera categoría, o una lista de prioridades. La Ñ es una bandera nacional.

El lema de la Real Academia de la Lengua es, desde su fundación, limpia, fija y da esplendor. Estas innovaciones parecen un compromiso, para que la uve deje de ser en Latinoamérica la be baja o be corta. La RAE ha introducido en su misión el cambio de cromos.

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