La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Las tatas del poder
QUE el eje de la campaña sea la correlación de fuerzas entre PP y Vox que depararán las urnas con tapa verde el próximo domingo 19 es un error, pero los hay que son inevitables. Máxime cuando la capacidad de influencia del populismo de derechas quizás dependa más de cómo le vaya al PSOE-A, que está pendiente de testar cuál es su apoyo real en las grandes ciudades –ya bajo en muchas autonómicas– y en los grandes pueblos del campo andaluz (un fenómeno demográfico que no se da en otras regiones). Y todo ello sujeto al nivel de participación que haya al hacer el recuento de papeletas. Juan Espadas dice confiar en que sea más alta para desmentir a las encuestas (que coinciden en que le iría mal en los dos ámbitos), sin reparar en que más participación complica el que es su gran objetivo, aunque no lo declare: que Juanma Moreno se vea obligado a incluir en el Consejo de Gobierno a Macarena Olona y algún ultra más. Más participación es más voto, todo tipo de voto, no sólo el deseado. Y cuanto más voto, más caro sale el escaño.
A quien más interesa mantener vigoroso ese eje es a Vox, que incluso fanfarronea con que descarta una abstención como condición necesaria para que el PP gobierne en solitario. Lo adelantó el lunes Jorge Buxadé: “Ni un voto gratis, ni siquiera la abstención”. Lo que traducido resulta: vicepresidenta Olona, o nada. Lo inesperado es que Vox parece barajar la opción de la nada como probable, porque sólo así se explica que la diputada al Congreso haya demorado su renuncia al acta hasta el momento mismo de recoger la de parlamentaria andaluza, lo que la hace reversible. Es una mentira populista más, a la espera de saber si tendría despacho en el ala norte de San Telmo. No es sólo que le echen jeta, como con el empadronamiento en Salobreña, es que demuestran cuán importante es Andalucía para Vox: ni les interesa, ni respetan el autogobierno que cambió en 1980 el Estado de las autonomías.
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