Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Madrid tiene seis letras

Lo realmente detestable es la campaña contra lo que la extrema derecha gusta nombrar como MENA

Estoy por pedir que me dejen votar en Madrid. No necesitaría ni estar empadronado allí, ni siquiera hacer un tonycantó. Me basta ver cada día la televisión, oír la radio y leer los periódicos para estar al tanto de la vida y milagros de cada uno de los candidatos, los incidentes en la Plaza Roja de Vallecas, las inquietudes de la calle Núñez de Balboa del barrio de Salamanca, el duelo Iván Redondo-Miguel Ángel Rodríguez. Quién no sabe lo de las balas, el debatus interruptus de la cadena Ser, los carteles de Vox, las obras sin licencia de Rocío Monasterio, que Edmundo Bal es del Atleti, que Mónica García tiene tres niños , por no hablar de Pablo Iglesias, de quien no hay españolito que no sepa cuál es su residencia, su mujer y sus hijos. En resumen, estamos tan al corriente de la política madrileña que pensamos que es la de nuestro pueblo. No tendremos ni idea de lo que piensa Juanma Moreno de Airbus o del Congreso de la Lengua, pero sí sabemos señalar en el mapa Usera, Villaverde, Entrevías, Arganzuela o San Blas. En realidad ningún candidato habla sobre sus pretensiones a la hora de gobernar, pero todos lo hacen del Zendal ese, que debe ser algo así como el Mount Sinaí para unos y un hospital de campaña en Damasco para otros. Todo el mundo dice que según y como salgan las cosas en Madrid se acelerarán las primarias socialistas en Andalucía, Teresa Rodríguez montará su partido neoandalucista, IU pondrá a un comisario del Quinto Regimiento al frente de sus huestes (Te recuerdo Amanda) o incluso el presidente de la Junta puede adelantar la convocatoria de elecciones para que el Relojero de Sanlúcar se vuelva a preparar torrijas con manzanilla y ajustar el minutero que se había descolgado. Andalucía contiene el aliento mientras los madrileños deciden qué quieren para el futuro, más Ayuso aliñada con Monasterio o los Tres Mosqueteros de la izquierda. De lo más repugnante de la campaña no es, bajo mi modesto punto de vista, que Vox no rechace las amenazas. Lo realmente detestable es la campaña contra lo que la extrema derecha gusta nombrar como MENA, que, como dijo una vez Teresa Rodríguez en el Parlamento Andaluz, son niños que tiene acogidos la comunidad. Vox lo ensayó en Sevilla y debe creer que los niños son una buena baza electoral, porque insiste. Yo, sin ir más lejos, no me hubiera ido de ningún debate, pero el día en el que los partidos discutieron en televisión le hubiera increpado a la Monja Alférez de Vox por la utilización de los menores con unas cifras mentirosas, entre otras cosas porque no hay ni 300 niños extranjeros acogidos en centros de la Comunidad . Madriz, Madriz, Madriz, en San Telmo y en San Vicente se piensa mucho en ti.

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