Azul Klein

Charo Ramos

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Murillo estereoscópico

Las reproducciones que en el siglo XIX realizó Masson de sus pinturas sorprenden ahora en el Bellas Artes

En las salas de temporales del Bellas Artes de Sevilla hay bastante animación estos días porque la exposición de Luis Masson , pionero francés de la fotografía, ha permitido que los visitantes se reencuentren con la obra de un maestro hasta hace poco desconocido que plasmó la grandeza de la ciudad y al que se atribuye la que posiblemente sea la primera fotografía de la Semana Santa sevillana, una imagen de la procesión de Jesús del Gran Poder que llama la atención de todos los públicos. Este proyecto parte de la colección Fernández Rivero de Fotografía Antigua y sus comisarios, Juan Antonio Fernández Rivero y María Teresa García Ballesteros, defienden que este fotógrafo fue, hasta la llegada de Emilio Beauchy, el que mejor plasmó visualmente la riqueza patrimonial y paisajística de Sevilla. De la ciudad son la mitad de las 88 fotografías que integran la muestra Descubriendo a Luis Masson, y entre la otra mitad hay interesantes vistas de Granada, Málaga, Córdoba, Cádiz y Gibraltar.

Recorrer la exposición brinda la ocasión de viajar en el tiempo y descubrir cómo era aquella urbe en la que Masson abrió su estudio en 1858. Llama la atención, por ejemplo, el esplendor del salón de espejos -con sus magníficas lámparas- del actual Palacio de San Telmo, las casas antiguas de la Plaza de San Francisco entre las que se publicitaba orgulloso con su cartel anunciador el dentista Centeno, los jardines del Real Alcázar y también las reproducciones de cuadros de Murillo realizadas en el "Museo de Pinturas", el actual Bellas Artes que acoge hasta el 5 de septiembre esta cita.

Masson fue un maestro de la fotografía estereoscópica y sus reproducciones de pinturas antiguas obtuvieron el respaldo de una amplia clientela. No pudo fotografiar el San Pedro Penitente de Murillo, que había sido expoliado por el infame mariscal Soult del Hospital de los Venerables, un cuadro que Abengoa adquirió por seis millones de euros, gracias a lo cual regresó a Sevilla en una de las operaciones de restitución patrimonial más importantes de los últimos tiempos. Ahora este cuadro, debido a la bancarrota de la multinacional sevillana, está pignorado y sirve como prenda de la deuda que Abengoa tiene con la seguridad social. Aunque la Junta de Andalucía ha iniciado su protección como BIC para impedir que salga de España, la verdadera decisión sobre el futuro del cuadro depende del Estado por las obligaciones contraídas con él por la todavía propietaria del cuadro, que fue restaurado en los talleres del Museo del Prado. Quedan aún varios capítulos antes de que conozcamos el desenlace de esta historia y de la crisis de Abengoa pero, mientras admiramos las reproducciones de Murillo que realizó Masson, no es descabellado pensar que el destino final de San Pedro Penitente debería ser el Museo de Bellas Artes.

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