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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Nostalgia

Nostalgia, sí, y justificada. Pero no idealización. Aún podía reconocerse la Semana Santa que nos habían contado

Discos de Casa Damas: marchas de Pax y Alhambra, saetas de Manuel Heredia o recitados de Rodríguez Buzón con La torre del Oro del maestro Giménez como obertura. Silencio pueblo cristiano de Centeno en la cabecera de Saeta en la Radio Vida de Carlos Schlater, José Manuel del Castillo, Manolo Toro y Chano Amador leyendo poemas de Ramón Charlo o de Florencio Quintero. Estrella sublime abriendo el Cruz de Guía de Filiberto Mira y Manolo Bará en Radio Sevilla. Concursos de saetas de Radio Nacional de España. Artículos capillitas de Luis Joaquín Pedregal, el de la Hiniesta, en El Correo de Andalucía. Libros de Sánchez del Arco, Romero Murube, Buenestado León y los curas Cuè y Gutiérrez en los escaparates de Sanz y Pascual Lázaro. Pasitos en miniatura, exactos, artesanales, de la Papelería Ferrer. Tertulia en la tienda de González Serna de la calle Tetuán. Cartel de Ochoa recordando que era vigilia. Pregón radiado desde el teatro San Fernando. Altares velados. Mesas neorrenacentistas de las dependencias de las hermandades, cenicero cerámico lleno de colillas de tabaco negro, estampas bajo el grueso cristal, cobrador con todos los recibos pendientes, bolsas grises con las túnicas "de alquiler" y adustos señores rellenando la papeleta de sitio con pluma estilográfica. Postales El Escudo de Oro. Pasos creciendo poco a poco en iglesias que olían a anea, humedad e incienso frío. Paseos largos, mientras crecía la luz, por mis calles más queridas por razón de memoria o corazón: Regina, Feria, San Luis, Ruiz Gijón, Macasta, Padre Manjón, Hiniesta, Bordador Rodríguez Ojeda, Relator, Amargura, Torres… Y la plaza de San Lorenzo.

Así era mi Cuaresma, nuestras Cuaresmas. Nostalgia, sí. ¿Y por qué no? Entonces estos días no parecían la preparación para una batalla. Entonces no había saturación y la Semana Santa, que salvo para unos pocos capillitas había dormido todo el año, despertaba despacio, sorprendiéndonos. Nostalgia, sí, y justificada. Pero no idealización que considere mejor todo tiempo pasado. Aún podía reconocerse la Semana Santa que nuestras abuelas, nuestros padres y nuestros maestros -Sierra, Laffón, Romero Murube, Ortiz Muñoz- nos habían contado. Y Serrano o Arenas habían fotografiado. LeíLa ciudad de Chaves Nogales cuando la colección de bolsillo de Universidad la resucitó en 1977. Y aún, pese a todo, podía reconocer lo que leía en lo que veía.

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