Olvidos

Alguna institución de la Junta debería preocuparse por recuperar voces de andaluces que no merecen el silencio

Aveces, el tener cierta edad obliga a recordar y revolver cosas del pasado que es injusto mantener olvidadas. Y cuando en estas fechas conmemorativas las instituciones andaluzas exaltan unos nombres, los más viejos recordamos otros que quizás merezcan también figurar en ese panteón metafórico de personajes que contribuyeron a crear una Andalucía distinta. Sin que eso signifique desplazar a nadie de su pedestal, sino, por el contrario, ampliar la gama de los que enfocaron los problemas de Andalucía de otra manera para poder solucionarlos. Al fin y al cabo, esto es lo que significa, desprovisto de retórica, el andalucismo. Pero este amplio movimiento, una vez convertido en partido político, a imagen y réplica de lo que habían hecho catalanes, vascos y gallegos, fue simplificado para poder instrumentalizarlo mejor. Se recuperaron antecedentes, proclamas, himnos y banderas para igualarse a los nacionalismo periféricos. Esa interesada precipitación, una vez conseguido el poder político, dejó en el mayor olvido a todos aquellos que desde la década de los sesenta del pasado siglo, es decir, desde que el franquismo empieza a diluirse, habían meditado y escrito sobre cualquiera de las facetas -política, económica, social y cultural- con la que se habría de enfrentar la nueva Andalucía que llamaba a las puertas. Y así, se prescindió y no se ha rememorado -quizás por ignorancia y desdén- el extenso caldo de cultivo representado, por poner un ejemplo, la larga serie de artículos publicados en el semanario Triunfo por escritores andaluces. Durante años y casi cada semana, aquella valiosa revista madrileña fue incubando en muchos andaluces, gracias a sus criterios democráticos, conciencia de los conflictos existentes en su tierra (por fortuna, esa meritoria labor puede consultarse en un libro coordinado por José Romero Portillo, titulado Triunfo, una revista abierta al Sur, editado por el Centro de Estudios Andaluces). Otro tanto se podría añadir de Praxis (enmascarada con ironía, a efectos de censura, como revista de salud mental), dirigida por el no menos olvidado psiquiatra cordobés José Aumente. Sin las reseñas que estas dos revistas acogían, en sus páginas, muchos de los importantes libros que entonces empezaron a editarse, apenas habrían sido conocidos. Por todo ello, alguna institución de la Junta, entre tanto alarde conmemorativo, debería preocuparse por recuperar voces y escritos de unos andaluces que no merecen el silencio en que han quedado postergados.

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