La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Objetivo, el Rey
EL PSOE sumea. Tal es la disgregación de fuerzas sobre la que se sostiene el poder del partido de Pedro Sánchez, para el que en estas elecciones gallegas daba lo mismo que el PSOE quedase tercero si el BNG le quitaba la Xunta al PP; sumea porque como su aliados de Sumar ha rebajado su pretensión de ser el partido espejo de España para aspirar a formar parte de una alianza de partidos de izquierdas, independentistas y soberanistas que mantengan fuera de Moncloa a Alberto Núñez Feijóo. Teoría del muro.
Con este cambio de paradigma de la política española, el PP nunca volverá a gobernar España. Ésa fue la sentencia de Pablo Iglesias, y de momento ésa es en la que cree la factoría de Moncloa. Al extinto líder de la desaparecida Podemos le daba lo mismo que gobernase Bildu, ERC y el BNG, pero al votante tradicional socialista, no.
El PSOE es la tercera fuerza política en Galicia, en el País Vasco y en Madrid, y los socialistas corren el riesgo de cronificar su segunda posición en Andalucía, que sí es el espejo de España, porque las alianzas con los independentistas perjudican al ADN federal del partido, mina su popularidad en las comunidades no nacionalistas y, a la postre, les hace perder alcaldes, diputaciones y gobiernos autonómicos. Dos Hermanas es el mayor municipio gobernado por el PSOE en Andalucía.
Lo malo de ser siempre segundo es que corres el riesgo de ser tercero, y en el tercer puesto se está a un paso de no ser nada. Sumar no es nada en Galicia. El peligro de pasar a la irrelevancia es real, ha ocurrido en Francia y en Italia y, si bien es cierto que Pedro Sánchez conjuró esa posibilidad hace cinco años, el PSOE se encuentra en sus horas más críticas desde la Transición, a pesar de que gobierna el Ejecutivo de la nación.
La Moncloa es un espejismo, porque ni fue el primer partido en las pasadas elecciones ni aún hay presupuesto, que es el bautismo de toda legislatura.
La plurinacionalidad de España en la que se sitúa el PSOE sólo es compartida por los partidos que desean dejar de pertenecer a España, ni siquiera en una de esas supuestas naciones –Galicia– es mayoritaria la opción soberanista, de tal modo que el corrimiento ideológico del partido hacia la centrifugación carece de sentido. El precio histórico pagado al PSC ya fue suficiente.
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