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Rafael Sanchez Saus

Paella de sabios, rectores y ministros

VEINTIDÓS premios Nobel, nada menos que veintidós, han participado como jurados de los valencianos Premios Rey Jaime I. Valencia es buen ejemplo de los vicios presupuestarios que han puesto a España entera donde está, pero hay que reconocer que el gasto desbocado allí, al menos, ha servido para algo, y que la transformación que se ha operado en esa comunidad, aunque marcada por eso tan levantino que es el exceso, se nota en todos los ámbitos de su vida social.

Sin embargo, veintidós premios Nobel parecen mucho Nobel para evacuar unos premios regionales, aunque sean ya antiguos y prestigiosos, y quizá por eso, incluso antes de deliberar, se han sentido en la obligación de firmar una especie de manifiesto de apoyo a la ciencia y la investigación. El eminente Santiago Grisolía, presidente de la Fundación autonómica que otorga los premios y corre con los gastos, se despachó a gusto en la inevitable rueda de prensa y, junto con algunas cosas razonables en relación con la necesidad de sustentar el desarrollo científico en una ética de la responsabilidad y el esfuerzo, se dejó llevar por el síndrome del micrófono y los flashes para decir algunas gansadas impropias de su talento y posición sobre las crisis bancarias, los "horribles recortes" y demás argumentos de barra de bar. Y es que cuando un señor se trae a veintidós amigos, veintidós, repartidos por el universo mundo para formar un jurado y comerse una paella, debería tener mucho tiento antes de ponerse a despotricar de economía.

A quienes les viene de perilla la declaración de los Nobel es a los rectores de las universidades públicas, que hoy mismo se dignarán debatir con José Ignacio Wert el alcance de las ya decretadas medidas de reforma. Estos mismos rectores son, en su mayoría, los que le reían las gracias al ministro Gabilondo en aquellos inolvidables Consejos de Universidades en los que don Ángel se abría de capa recordando sus tiempos de rector y presidente de la CRUE, muleteaba pidiéndoles complicidad en estos tiempos tan malos y entraba a matar con recortes que entonces nadie llamaba así sino problemas de financiación, pero que sólo en el curso 2010-2011 supusieron más de 400 millones de euros, el presupuesto íntegro de una universidad como, precisamente, la de Valencia. El diestro salía en triunfo porque su innegable habilidad se reforzaba con la benevolencia del público.

Para hoy el novillero Wert ofrece debate "sincero, abierto y honesto". Que preparen el quirófano: se prevé bronca y petición de las dos orejas… del ministro.

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