La Palmera no ha resistido

Nos escandaliza, pero lo sucedido no es más que consecuencia de una ciudad que no planifica

En los últimos meses han saltado las alarmas sobre el futuro de los edificios originales de la avenida de la Palmera y también de su fisonomía urbana con jardines y arbolados en general, a la vista de los derribos recientes de viviendas unifamiliares y la construcción de residencias de estudiantes que, con una edificabilidad excesiva y ocupación casi total de la parcela, incluía la tala de los árboles existentes en los terrenos. Está bien que nos haya escandalizado lo sucedido, pero no es más que consecuencia de una ciudad que no planifica y que en gran medida no sabe lo que quiere ser de mayor, condición necesaria para una buena planificación. ¿Alguien pensaba que introducir un campus universitario enorme en Reina Mercedes sin planificación de servicios y alojamientos para estudiantes no iba a tener consecuencias en toda la zona y que no afectaría a la Palmera? Mientras el proceso degradó los locales comerciales y pisos de Reina Mercedes y de las calles de la Junta de Obras del Puerto, con alquileres para estudiantes, pisos propiedad de muchos sevillanos que se han beneficiado del crecimiento del recinto universitario, parecía que no pasaba nada. Mientras se derribaban o se alteraban profundamente chalés en primera fila de la Palmera para construir colegios mayores, parecía que nadie se tenía que preocupar. Ahora puede ser tarde.

¿Alguien pensaba que el crecimiento casi infinito de las instalaciones sanitarias del complejo hospitalario Virgen del Rocío con el consiguiente desarrollo de las clínicas privadas en el entorno de Manuel Siurot, no iba a tener consecuencias en los chalés de la Palmera? Pues ahora ya sabemos que sí. ¿Alguien pensaba que la terciarización de usos en los edificios de la Palmera no iba tener consecuencias en su arquitectura? ¿Que instalar oficinas de todo tipo en un lugar tan privilegiado de la ciudad, en ocasiones derribando las antiguas edificaciones y otras veces alterando su arquitectura interior, no tendría consecuencias? No podemos olvidar que en el solar del edificio Winterthur estuvo muchos años el Cine Palmera, que disfrutábamos los vecinos en las noches de verano. ¿Se imaginan cuál era la economía de una ciudad que se podía permitir un cine de verano en plena Palmera, con un uso de tres meses? Ese cine fue al mismo sitio que los demás cines de verano de la ciudad, al pasado. Oficinas públicas y privadas, hoteles y sedes corporativas ocupan las parcelas de la Palmera. Las viviendas unifamiliares que aún siguen en uso se pueden contar con los dedos de las manos, quizás de una mano.

¿Alguien pensaba que sustituir un paseo de los años veinte del siglo pasado con baldosas de alquitrán y farolas en el eje central, por una vía rápida de entrada y salida de la ciudad con la Autopista Sevilla Cádiz, no iba a tener consecuencias? Si pensamos que, con proteger unos chalés regionalistas y unos árboles, mantenemos la Avenida de la Palmera, creo que no sabemos cómo funciona el desarrollo de una ciudad.

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