Azul Klein

Charo Ramos

chramos@grupojoly.com

Periodistas en los Goya

Sentimos el triunfo de Antonio de la Torre, tras tanta nominación en vano, como una revancha personal

Vosotros, ¿qué tal?, ¡tenéis unas malas caras!". Habla Antonio de la Torre, con su Goya al mejor protagonista. Son las tres de la madrugada y los redactores acreditados en la gala llevamos desde las cinco de la tarde trabajando. Pero aquí estamos, ojerosos y esperándole, y eso que comparece el último. Es uno de los mejores actores españoles y sentimos su triunfo, tras tanta nominación en vano, como una revancha personal.

De la Torre ha dedicado su premio a las mujeres que le ayudaron en los inicios de su carrera y a quienes quieren cambiar las cosas. Lo explica así: "No me gusta la palabra buenismo, ahora parece que los que son buena gente son gilipollas. En este momento de mi vida pienso que quien quiere algo siempre encuentra la forma y, quien no lo quiere, siempre encuentra una excusa".

Tras recoger los bártulos, intentamos brindar por el fin de la larga jornada con los compañeros de Europa Press y Abc. Todo en vano. Nos cortan el paso. "Tienen ustedes la pulsera verde de periodistas, aquí en la fiesta sólo entran si tienen la gris o la azul". Deberíamos protestar pero no nos enfadamos. El buenismo nos ha contagiado, y sintiéndonos campeones porque practicamos el oficio más bello del mundo nos despedimos para buscar el parking de Fibes. Nos perdemos y ningún vigilante ni nadie del Terrat, la productora de esta ceremonia, sabe guiarnos. A la ida nos ayudó un cámara (gloria para él) de Ana Rosa Quintana.

Tras media hora deambulando por los laberintos oscuros de Vázquez Consuegra, abriendo puertas que sólo llevan al gélido exterior, descendemos por una rampa y ¡oh, sorpresa! nos abraza la Premio Nacional de Cinematografía Esther García. Sin saber cómo hemos llegado a la parte del festejo donde el color de las pulseras ha prescrito. La celebración vive sus últimos compases porque las fiestas de postín son privadas y los elegidos ya están en Villa Luisa. Aquí estamos los perdedores y muy cerca sonríe Isaki Lacuesta, que se va de vacío pero siempre será nuestro director favorito de 2018.

Tras comentar con ese actorazo que es Manolo Solo algunas particularidades de la noche, por fin encontramos el aparcamiento y logramos escapar de Fibes. Pero al intentar acceder a la avenida nos desvían. ¡Un control de alcoholemia! Toca soplar. Quizá el impacto de cinco millones que dejarán los Goya incluya lo que, gracias a las horas extras que trabajamos, el Consistorio se ahorró en publicidad. La rotonda que nos convenía se ha cortado y acabamos perdidos en la autovía de Málaga. Sevilla Este es lo que tiene. Llegamos a casa a las cinco y media de la madrugada, muertos de sed. Resuenan las palabras de De la Torre: "¡A esos periodistas que cambian el mundo! El Goya me lo llevo físicamente a casa pero moralmente es vuestro. ¡Que yo también soy periodistaaa!".

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