El vacío del espejo | Crítica de teatro
El teatro necesario
Adiós a Carmen Laffón
Sevilla/"Las generaciones venideras conocerán y admirarán la obra de Carmen Laffón pero nosotros hemos tenido la dicha de conocer también a la persona". Con estas palabras el párroco de San Nicolás, Miguel Ángel Núñez, expresó este lunes en el funeral por la pintora y escultora sevillana la sensación que hermanaba a todos los presentes: se despedía a una artista única, que probablemente será recordada como esa creadora irrepetible y "maestra de la luz" que perpetuó en su tierra natal la estela de Murillo y Velázquez, pero también a "una mujer de fe, de parroquia y de cariño" muy ligada a este templo, que dista apenas unos metros de su casa en la calle Vírgenes.
Carmen Laffón, fallecida la madrugada del domingo en su casa de La Jara, en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda, fue despedida en una ceremonia en la que la serenidad se impuso al desgarro; en la que el sonido de las campanas y las imágenes de sus familiares portando nardos criados en su propio jardín trasladaban a algunas de las escenas inmortalizadas por su pintura. Fue retratista real, como evidenció una corona enviada por Juan Carlos y Doña Sofía, pero también fue la pintora del pueblo que trabajó siempre cerca de sus vecinos y que pintó su cartel para la Semana Santa al mismo ritmo en que los hermanos montaban el paso de la cofradía de la Candelaria, "y sólo se iba a casa cuando ya era de noche".
Numerosos amigos quisieron arropar a los familiares y a sus más estrechos colaboradores, como el escultor Helio Navarro, que estuvo trabajando con ella los días previos, cuando nada hacía presagiar el inesperado desenlace. Pintores de todas las generaciones se dieron cita en San Nicolás para agradecer su magisterio a Laffón, entre ellos Juan Suárez, Juan Fernández Lacomba, Curro González, Pepe Barragán, Daniel Bilbao o José Miguel Pereñíguez. Representantes del Estado, la Junta de Andalucía –como la consejera Patricia del Pozo– y el Ayuntamiento participaron en el responso por esta mujer trabajadora, perfeccionista, generosa y vocacional "que nos hacía ver la realidad de manera distinta, dulce", añadió el párroco, que la despidió con las palabras inspiradas en el Antiguo Testamento que la filósofa María Zambrano usó para su propio epitafio: "Levántate, amiga mía, y ven".
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