La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
POR quinta vez en año y medio el Rey ha necesitado de una intervención quirúrgica para remediar el foco infeccioso que se había producido en la prótesis que se le instaló en su cadera izquierda.
Es natural que el suceso haya concentrado en la institución la atención de los informadores, aunque últimamente no sea más que para reflejar malas noticias, sin otra excepción que la de la brillante intervención del Príncipe en la presentación de la infeliz candidatura olímpica de Madrid.
Como la intervención, según el pronóstico del doctor que le opera (una eminencia española que trabaja en Nueva York) supone una convalecencia de dos a seis meses y el Príncipe no puede sustituir al Rey en sus funciones como Jefe del Estado, se ha planteado la necesidad o la oportunidad de una abdicación del Monarca o del establecimiento de una regencia, ya que el Rey es el único que puede, por ejemplo, convocar elecciones generales, un referéndum o nombrar ministros. Esto no ha sido una imprevisión del legislador constitucional, porque en el título segundo se preveía que se dictara una ley orgánica para las abdicaciones y renuncias. Sin embargo, hasta el momento esta ley no se ha dictado.
Abierto el debate público, la primera crítica ha sido, no para la pereza legislativa, porque desde que se aprobó la Constitución no sólo han gobernado UCD y PP, sino también el PSOE, sino porque el Rey ha elegido para operarse una clínica privada, lo que se interpreta como mostrarse partidario de la sanidad privada en lugar de la pública.
El consuelo que queda es que si se hubiese acudido a la sanidad pública, las críticas hubieran sido por saltarse la lista de espera u ocupar la habitación, sin compartirla con otros ingresados.
El presidente del Grupo Prisa se "alarma porque el Rey lleva un año en el banquillo y el Gobierno del PP no lo reconoce". Y El País apunta el mérito de la preocupación al PSOE, que por intervención de Elena Valenciano propone un Estatuto de la Casa del Rey.
Leyendo estas preocupaciones me acordé de la fábula de Samaniego cuando a un perro un cocodrilo amenazante le aconsejaba que bebiera despacio y díjole el perro "dañoso es beber y andar, ¿pero es sano el aguardar a que me claves el diente?". "¡Oh qué docto perro viejo!, yo venero tu sentir en esto de no seguir del enemigo el consejo".
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