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Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Pimentel y Espadas pactan

Desde un impenitente e inquebrantable escepticismo habrá que darle al acuerdo una mínima oportunidad

La situación de extrema gravedad en la que estamos instalados, sin visos patentes ni latentes de reconducción, seguramente necesite de iniciativas como la del portavoz municipal de Ciudadanos, Alvaro Pimentel, que ha ofrecido al gobierno socialista de Juan Espadas nuevos y flamantes respiradores para que disponga de aire renovado y limpio en lo que le queda de mandato, ya terriblemente sacudido y asfixiado por la crisis de la pandemia.

¿Hay un componente personal, individual, tanto en Pimentel como en Espadas a la hora de firmar esta entente? Por supuesto. ¿En qué político no lo hay cuando da un paso de estas características, de acercamiento a un rival permanente en la lucha por el poder? Los partidos no son ONG ni sus jefes son voluntarios que exudan filantropía. Llegarán un día las elecciones y el alcalde y el portavoz naranja subirán como contricantes a tarimas distintas con discursos opuestos y ofreciendo (y vendiendo) a los electores ofertas y modelos propios y antagónicos. Pero, en efecto, si el pacto se consolida y da sus frutos -lo que está por ver-, Pimentel y Espadas -el de Cs antes porque él ha sido quien ha dado el primer paso- podrán incluir en sus currículos con toda legitimidad la condición de artífices de ese tan cacareado consenso que a tantos llena la boca y por el que prácticamente no hacen nada de nada.

Eso no fundamenta lo expresado por el jefe de filas del PP en el consistorio, Beltrán Pérez, quien descolgado, y en lo que constituye todo un ataque de celos político, sólo destaca que el contubernio PSOE-Cs responde únicamente a la "conveniencia personal" de los firmantes. Ese mismo argumento serviría también para colegir que al líder de su partido, Juanma Moreno -ojo, no se olvide: también al jefe andaluz de Pimentel, Juan Marín-, sólo le movió su ambición personal por el despacho de San Telmo cuando aceptó los votos de los parlamentarios de la ultraderecha -a los que el autonomismo les sabe a obligado purgante- para ser investido presidente andaluz y sacar adelante las complicadísimas cuentas de la región, más apremiantes que nunca en estos desquiciantes tiempos que vivimos.

Por la cuenta que le trae a la ciudad, más le vale que este intento de sintonía entre Cs y PSOE no registre distorsiones y acabe chirriando. El castigo que está sufriendo Sevilla con la crisis del coronavirus no parece que pueda evitarse desde el desentedimiento, el conflicto y la confrontación. De esto ya estamos casi todos seguros. Así que a este acuerdo -y aunque sea desde un impenitente e inquebrantable escepticismo- habrá que darle, por mínima que sea, una oportunidad. Que Pimentel y Espadas la aprovechen ya es cosa suya.

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