Planeta Zocar

Don Chencho Ríos 'Zocar' es hombre de arte. Nos lee poemas de su cosecha y echa pestes del periodismo

29 de julio 2023 - 00:01

LAS andanzas veraniegas nos llevan a Planeta Zocar, librería de viejo un tanto alienígena –como su propio nombre indica– en el centro de Jerez de la Frontera. Nos recibe, entre ceremonioso e informal, el propietario, Chencho Ríos Zocar, uno de estos seres policulturales que lo mismo pinta que escribe poemas o diseña publicaciones. Don Chencho nos habla de los fantasmas que habitan en la librería y uno se pregunta dónde, pues es difícil moverse por esos angostos pasillos repletos de tochos que amenazan con sepultar al explorador al menor tropiezo. Tras un reconocimiento rápido del terreno, comprendemos que en tal amasijo de papel existe un cierto orden por materias y autores. Don Chencho se señala con el índice la cabeza y nos dice “los tengo todos aquí”. Nosotros, maliciosos, lo ponemos a prueba y le preguntamos por una novela descatalogada de Néstor Luján, Decidnos, ¿quién mató al conde?, que fue premio Internacional Plaza y Janés en 1987. Don Chencho se queda pensativo y empieza a mirar unas pilas de libros. Sus movimientos son circulares, como los de un spaniel cuando olfatea un rastro. De repente, se queda parado y, con un movimiento rápido y cinegético, saca dos ejemplares de la novela-trampa, uno con sobrecubierta y otro sin ella. No sabemos si maravillarnos más del milagro de la aparición de la aguja en el pajar o de que don Chencho ha logrado extraer los volúmenes sin que se derrumbe sobre nosotros toda la literatura universal en forma de libros de bolsillo. Planeta Zocar tiene algo de mina abandonada. Quien entra allí debe saber lo que hace.

La librería de don Chencho está en un recodo del Jerez más antiguo, en una de esas plazas que apenas son el ensanche de una calle estrecha. Durante nuestra estancia entran dos testigas de Jehová preguntando por Biblias y una chica buscando Orgullo y prejuicio. “No lo tengo”, asegura el librero sin dudar, “pero te puedo ofrecer una edición muy buena de Lo que el viento se llevó”. En uno de sus diarios, Trapiello lo define como un hombre de barba de pope y voz profunda, pero más que eslavo en don Chencho se advierte un fondo fenicio, no en vano su nación es la gaditana y si sentó sus reales en Jerez fue sólo por amor.

Don Chencho es hombre de arte. Nos lee poemas de su cosecha y echa pestes del periodismo. “Por su culpa acabé alcoholizado”. En ese momento entra por la puerta José de los Camarones. Se le ve a sus anchas, con confianza de primo gitano. Viene a invitar al librero a su concierto de esa noche. El de los Camarones, todo un caballero, nos mira: “ustedes también están invitados”. Cuando se va, don Chencho sentencia: “es mi hermano, aunque no de sangre”. Partimos rumbo al aperitivo. En el morral nos llevamos seis libros repletos de historias y ácaros. Uno de ellos, por supuesto, es la novela de Néstor Luján.

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