Estábamos en la intimidad del cenobio, sonaban las voces blancas de las monjas tras la celosía que las separa de lo terreno y nos acordábamos de cómo íbamos afianzando el tirón taquillero. La ola de laicismo que nos invade y que tan a rajatabla lleva el mandarinato vigente ha hecho de reactivo para levantar las adhesiones y olvidar aquello tan doloroso del acusado brillo de ausencias. Quizá fuese la cercanía y entrega de don Juan José lo que fuese impulsando la recuperación de presencias y ello se ha visto continuado por la calidez y el don de gentes de don José Ángel. Lo cierto es que cada 24 de enero vamos como a favor de querencia y sintiéndonos más acompañados. Ahora bien, la coincidencia de la fecha con la que hace catorce tacos de almanaque nos llenó de negro la vida hace que la dicha no sea completa, no pueda ser completa en el recuerdo a Marta.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios