DERBI En directo, el Betis-Sevilla

¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Regina, de convento a ‘soho’ para guiris

La calle Regina, heredera del convento dominico Regina Angelorum, ha terminado siendo un vulgar 'soho' para guiris

La calle Regina.

La calle Regina. / DS

AL igual que el mundo tiene sus líneas imaginarias, sus meridianos y paralelos, en Sevilla también existen rayas invisibles que organizan la ciudad. Quizás la más significativas de éstas, la que históricamente ha organizado el espacio de forma primordial, es el ecuador que parte de la Puerta Osario y desemboca en la Puerta Real, es decir un eje que va de levante a poniente, un decumano transparente que durante mucho tiempo dividió la urbe en dos hemisferios (aún hoy lo hace de alguna forma), como bien observa Antonio Collantes de Terán en un libro colectivo fundamental para comprender la ciudad: Sevilla. Historia de su forma urbana.

Al sur de este ecuador nos encontramos la ciudad oficial, la más potente administrativa y comercialmente, donde reside la burguesía. Al norte, un enjambre de casas populares con amplias ínsulas aristocráticas en forma de palacios o conventos. En la Sevilla reciente esta línea también separó la ciudad turística, arracimada en torno a la Catedral y el Alcázar, de aquella otra olvidada por las guías y touroperadores, con barrios en los que todavía se podía vivir sin escuchar más que el seseante español de los sevillanos. El poeta José Daniel M. Serrallé solía hablar de una suerte de Línea Maginot que contenía al turismo en el sur de la ciudad, un gran lienzo de muralla incorpórea que tenía en la Plaza de la Alfalfa –con sus bares castizos y sus personajes cervantinos– un parapeto de avanzada que mantenía a raya a los rebaños turísticos. Pero hace tiempo que el antiguo mercado de animales fue tomado al asalto. También cayó el hemisferio norte sevillano desde que se estableció la cabeza de puente de las Setas.

La conquista del norte de Sevilla por parte del turismo es ya un hecho imparable que, además, cuenta con importantes estímulos por parte del Ayuntamiento. Recientemente hemos sabido cómo, aprovechando el plan de reurbanización de la ya muy turistificada calle Regina, se van a colocar dos placas de bronce con el logo Soho Regina, término extranjerizante que nos remite a ese Londres de plástico que tanto gusta a las guías de viajes. Es decir, que no sólo permitimos la colonización y desnaturalización de los espacios más históricos de la ciudad, sino que también degradamos el nomenclátor urbano para hacerlo más atractivo a la insaciable industria turística. La entrañable calle Regina, cuyo nombre es heredero del convento dominico Regina Angelorum que se ubicó hasta el XIX la Encarnación, ha terminado siendo un gris soho para guiris. Una forma más de avanzar en la vulgarización de la ciudad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »