Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Reivindicación de la desconexión y el descanso

A pesar de todo no hay que ponerse tremendista y menos aún ridículamente melodramático

Será por esto: "La pandemia pasa factura a la economía sevillana con una caída del 21%", "Cierre temporal del Alfonso XIII y otros cinco hoteles de cuatro estrellas", "Espadas conmina a la Junta a que se vuelque en el rescate de Abengoa", una multinacional que "planea alargar otra semana su agonía sin ir a la quiebra". Pero sobre todo será por esto: "Sevilla roza los 900 pacientes hospitalizados y suma 9 fallecidos", "En los últimos 14 días se han diagnosticado 11.469 casos", "Los médicos alertan del serio riesgo de colapso de los hospitales sevillanos". Será por todo esto, por ese conglomerado de titulares de un mismo día, todos alineados en las páginas del mismo periódico, que he ido leyendo, comprobando, verificando, cuadrando y corrigiendo alguno, tan mecánicamente, como cualquier otra tarde, hasta el punto de que no he sido consciente de su toda su crudeza hasta bien entrada la madrugada. Pero también será -seguro que lo es- por el "Esto es brutal, esto es brutal" que me espeta -buscando una mirada y una palabra solidarias- el propietario del que probablemente es el bar al que soy más fiel desde que vivo en esta ciudad.

Será por todo eso, me parece, por lo que de repente, sin darme apenas cuenta, estoy liado con las palabras desolación, devastación, desmoronamiento, derrumbamiento, demolición, desplome, desastre, desajuste, desánimo, desaliento, desesperanza, desesperación, desmoralizador, desasosiego, desahucio, desconcierto, desubicado, despiste, desnortado, desorientado, destartalado, desidia, desgana, descuido, desinterés, desatención, desconfiguración, desabastecimiento, desencuentro, desgarro.

Así que a la tarea de seguir como si tal cosa, pues sostienen algunos recomendantes que continuar con aquella rutina que se quebró poco después de las últimas navidades normales -si es que esto existe- es la única terapia para avanzar evitando el abismo de la depresión, hay que sumar esa otra de blindarse ante titulares como los que abren este artículo y que no hacen sino reseñar lo que vemos y sentimos en las calles, una situación de la que somos testigos y víctimas. Y sin embargo, a pesar de todo lo dicho, no hay que ponerse tremendista y menos aún ridículamente melodramáticos. Vale que en estas solitarias noches rumiemos todas esas palabras y lo que significan, pero preferible es esforzarse en olvidar aquella advertencia dantesca de "abandonad toda esperanza" y mejor abandonarse, en el momento en que se pueda, a la desconexión y el descanso.

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