Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

Respiradores y mascarillas sociales

Antes del coronavirus, en Sevilla había 70.000 sevillanos en exclusión social severa; ahora más

Hace poco más de dos meses la noticia era la falta de respiradores y de equipos de protección para sanitarios y el desabastecimiento de mascarillas y guantes. El debate público, oportuno y necesario, fue el de la importancia de contar con un sistema sanitario público fuerte y capaz de hacer frente a ésta y otras crisis por venir. Ahora que las UCI comienzan a vaciarse, el debate ya debería ser otro. Hay otra curva que empieza a ascender y va a costar mucho más tiempo invertirla, porque hay una emergencia, la alimentaria, que no termina con planes de choque ni medidas extraordinarias. Esta emergencia aún no ha mostrado su verdadera cara, pues hay muchos damnificados sostenidos en ERTE y concursos con un futuro muy negro.

Dice el presidente del Banco de Alimentos de Sevilla, Agustín Vidal, que abril ha marcado el récord histórico de entrega de alimentos: 550.000 kilos que han llegado a unas 25.000 personas. Los almacenes de esta fundación tienen víveres para mayo y junio. Pero si de aquí a esa fecha no entran más alimentos, se quedarán a cero. Al margen de los programas estatales y europeos que facilitan el reparto, las donaciones, económicas y de productos se han multiplicado casi por diez. ¿Hasta cuándo durará esta solidaridad? El Banco de Alimentos se prepara para atender entre julio y diciembre a una media de 55.000 personas, lo que supone un incremento de la demanda de casi el 40%. Y no hay ayuda que sobre: a los programas públicos y campañas de donaciones de empresas y corporaciones (ya hay algunas en marcha), se sumarán operaciones de recogida masiva que, no hay más remedio, tendrán que ser virtuales, dadas las dificultades para montar dispositivos en los supermercados, como era lo tradicional. El objetivo es sumar dos millones de kilos de alimentos adicionales para atender la demanda originada por la pandemia.

Quizás estas cifras ayudan a abrir los ojos y a comprender que no sólo es necesaria la reactivación económica sobre la que giran ya los debates y mesas de trabajo, también la social. No se dejen ganar por la emergencia, dice Mariano Pérez de Ayala, presidente de Cáritas. Con un discurso cargado de humanismo cristiano, el que también fue concejal del Ayuntamiento de Sevilla agradece la labor desarrollada en estos últimos meses por las instituciones y les desea el mejor de los éxitos en una ciudad donde, antes de la crisis del coronavirus, ya había 70.000 personas en situación de exclusión social severa y casi otras tantas pertenecientes a esa sociedad insegura, sin colchón alguno para aguantar el mínimo envite.

Las colas que se veían en las tiendas por temor al desabastecimiento, ya se ven en los centros asistenciales. Son otros miedos, el de muchos sevillanos que han perdido sus ingresos, su trabajo... y a los que les aterra perder su dignidad. Por ello, hay que alabar la labor de estas entidades sociales. Y luego pensar en reformas: estas necesidades deberían estar cubiertas por un sistema público con todas las garantías, con respiradores y mascarillas sociales, igual de fuerte o más que el sanitario.

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