La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El gazpacho que sufrimos en Sevilla
Sánchez, sus ministros, la claque militante y los opinadores que se tienen por progresistas –cada vez más agresivos al verse obligados a defender lo indefendible– alzan el tono acusando a quienes critican las escandalosas concesiones a los independentistas sobre las que se sustenta el Gobierno ponen en duda, antidemocráticamente, su legitimidad. En su discurso de apertura de la XV legislatura Armengol criticó, aludiendo a la oposición, “la crispación, la polarización y el ruido”. Por lo visto solo crispan, polarizan y hacen ruido la derecha (toda confinada tras el “muro” de la extrema derecha) y cuantos, aunque tengan un impecable pasado progresista, critican las políticas de Sánchez.
El problema es que Armengol hablaba ante una cámara en la que los escaños de ERC, Bildu, BNG y Junts – apoyos esenciales del Gobierno– estaban vacíos. ¿Esto no supone, además de una descortesía impropia de la normalidad parlamentaria, poner en cuestión la legitimidad de nuestro ordenamiento constitucional? Para que no queden dudas ERC, Bildu y BNG han insistido en su manifiesto hecho público en 2020 con ocasión de la apertura de la XIV legislatura, que con ligeros retoques repitieron el día de la jura de la princesa Leonor, en el que se dice: “La Monarquía española y su máximo exponente, el rey de España, no nos representa. La sociedad catalana, vasca y gallega rechazan mayoritariamente la figura de una institución anacrónica heredera del franquismo que se sustenta en el objetivo de mantener e imponer la unidad de España y sus leyes. El rey no es un interlocutor válido para nosotras y nosotros. Ni tiene legitimidad para nuestros pueblos, ni le reconocemos ninguna función política. Menos aun cuando su papel para con nuestras naciones no ha sido otro que el de intentar imponer proyectos y valores antidemocráticos, como quedó demostrado en el discurso autoritario pronunciado el 3 de octubre. La Corona es un estamento que no responde a los valores republicanos de libertad, igualdad y democracia. Una democracia real solo será posible desde la ruptura con la herencia, las bases y valores que representa el rey y su figura”. El Gobierno que acusa a la oposición de negar su legitimidad está apoyado por quienes niegan la legitimidad constitucional de la monarquía parlamentaria. ¿Un Gobierno que está en manos de estos partidos, por muy legítimo que sea, que lo es, es constitucionalmente fiable?
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