ESTE mediodía torea el Rey en el patio de su casa, algo diametralmente opuesto a la plaza donde le tocó torear hace un par de semanas. Hoy va a encontrarse Felipe VI como muy a favor de querencia en ese magnífico acto que cada año organiza la Maestranza para entregar sus premios al toreo y al estudio. Y ahí, en los mismísimos medios del bastidor donde se bordan las mejores faenas, el Rey va a sentir ese calor que en tantos rincones del suelo patrio le niegan. Hoy, en ese acto donde van de la mano el brillo académico y el brillo torero comprobará cómo España sigue viva por mucho que su unidad se encuentre en tenguerengue. Estoy convencido de que Sevilla le dará esa ovación que fue sustituida por la zafiedad de una silbatina orquestada hace sólo un par de semanas. Y los asistentes nos sentiremos reconfortados aun a sabiendas de que no son tiempos para la lírica.
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