NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Los profesores recuperan el control de las aulas
TENGO un amigo catedrático al que admiro por su sabiduría y templado humor, sobre todo cuando acudo a él para pedirle documentación sobre algo valioso y me responde que va a buscarlo a la papelera. He desenterrado o he sacado de mi papelera a Omaira en un reportaje que llevaba o lleva por título (ya que ahora ya no hay pasado por la conservación de la nube informática) "30 años sin Omaira". Y he vuelto a ver las horas que emitió TVE gracias al cámara Evaristo Canete, quien llegó a confesar públicamente que acompañó a Omaira para que no se durmiera mientras intentaban sacarla del pozo donde permanecía atrapada, pero que se fue antes de verla morir. Omaira se convirtió en la Santa de Armero, la población colombiana, donde sobrevivieron dos mil personas de sus veinticinco mil habitantes por culpa de la negligencia de las autoridades, quienes no avisaron de que el volcán Nevado del Ruiz llevaba escupiendo ceniza durante meses avisando de que iba a estallar. Ese mismo día las emisoras dijeron que todos estuvieran tranquilos y los habitantes continuaron con sus quehaceres. Pero el volcán reventó y el río inundó de lava, rocas, piedras, agua y barro toda la localidad, matando a más de 25.000 personas de una localidad de 32.000. Omaira cayó de rodillas al suelo. Sus piernas quedaron atrapadas por los cimientos de la casa en la que estaba con su tía a quién podía sentir muerta porque la tocaba con un pie. Sólo se la veía la cabeza y su brazo derecho aferrado a un palo de madera que atravesaba el pozo de agua en el que había quedado sumergida. Una simple bomba de agua hubiera sido suficiente para sacarla con vida de allí.
El equipo improvisado de rescate intentaba extraerla, pero lo único que se extrajo de eso pozo fueron su rostro y sus mensajes. "Mami, si me está viendo, que seguro que sí, rece por mí. Papi, a mi hermano y a todos, pidan para que estos señores puedan sacarme de aquí". O cuando pedía con una serenidad que impresionaban al mundo que seguíamos su rescate, que se fueran a descansar a quienes intentaban salvarla. " Ayuden a mi mamá (que vivía en Bogotá), porque se va a quedar solita". Omaira murió por culpa de esa bomba que nunca llegó para extraer el agua. Hoy no es 13 de noviembre, ni el 30 aniversario de Santa Omaira como bautizaron a la niña que ha convertido Armero en lugar de peregrinación sin vida. Pero es cierto lo que dice mi sabio amigo, las grandes historias están en la papelera. Me alegro de que la mía esté aprendiendo de su sabiduría.
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