Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

La Sevilla diversa

En la ciudad de las mil caras debe haber sitio al menos para 6 colores y dejar atrás los complejos

Sevilla ha lucido este fin de semana con los colores de la bandera LGTB que, aunque parezca mentira, sigue alimentando odios y tensiones. En la ciudad algunos han criticado el gasto absurdo, dicen, de iluminar algunos de los edificios y monumentos con el arcoíris y el lema Sevilla, ciudad de la diversidad sexual. Y es más, la bandera no ha podido proyectarse en la Torre del Oro, un edificio oficial de la Armada y de titularidad estatal.

¿Y eso por qué? Ya se ha hecho por otros motivos. Pero la respuesta oficial es que el convenio por el que se rigen este tipo de colaboraciones debe estar limitado a actividades relacionadas con su función de museo naval o bien otras que permitan apoyar eventos culturales, turísticos, artísticos y de índole benéfico. Y parece ser que la defensa de la igualdad y la visibilidad de los gais, lesbianas y transexuales no cabe en ningún epígrafe. El argumento apela a la Ley 40/2015 de Régimen Jurídico del Sector Público pero tiene cierto tufo.

No pudo ser en la Torre del Oro, la Casa Consistorial, las setas y la zapata de la calle Betis cuya iluminación ha proyectado una imagen muy potente como capital comprometida con la diversidad sexual. Una iniciativa que con acierto ha suplido la tradicional cabalgata, que arrastraba toda la atención y, hay que reconocerlo, teñía de cierta chabacanería la celebración. El orgullo es mucho más que esos desfiles. Y en Sevilla hay quienes lo han entendido y la reivindicación hace ya unos años que se ha convertido en un mes donde se invita a pensar por qué a pesar de los avances legales sigue habiendo opresión.

La muy noble, leal, heroica, invicta y mariana Sevilla acaba de reinventar su marca y el lema de su escudo para añadir mil calificativos que definen a una ciudad que es también muy orgullosa y, sobre todo, diversa. En la ciudad de las mil caras deben caber al menos los seis colores de la bandera que tanto ofende a algunos. En esa armonía cromática todos ganaríamos y sería muy interesante que la reivindicación se hiciera transversal.

Ésa es la perspectiva de un evento que ha tenido lugar estos días en Santa Cruz de Tenerife y en el que ha participado el concejal Antonio Muñoz en representación de un gobierno que quiere apostar por una ciudad inclusiva. El éxito del ARN Culture & Business Pride, así se llama la cita, es combinar activismo, con turismo, negocios, cultura y ocio. Ello hace posible reunir a un físico nuclear, con un campeón de patinaje, un escritor, una cantante, un músico, un empresario, una influencer y políticos de izquierdas y de derechas. Un puzle que habla bien de una ciudad que no sólo demuestra ser tolerante y comprometida todos los días del año, igual inteligente porque este segmento mueve un negocio que se traduce en euros y prestigio y atrae a visitantes de nivel que, probablemente, borren ahora de su lista de viajes a Hungría y su ley homófoba.

Sevilla se mira en otro espejo y sólo tiene que desprenderse de complejos que no deberían ser un hándicap para nada ni para nadie que quiera impulsar la ciudad.

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