Nuevamente el marroquí En-Nesyri sacó al Sevilla del atasco cuando todo caminaba hacia el final. Victoria de oro de un Sevilla que aunque fue superior en todo momento, tuvo que enfundarse en pana y dejarse la última gota de sudor para hacerse con los puntos. Y todo se encarriló a partir de un fallo clamoroso del Huesca en los desmañados pies de un futbolista sobrevalorado que atiende por Sandro y que también fracasó en Nervión.

Estábamos ante uno de esos partidos trampa que tanto se prodigan en la competición doméstica. Campo poco agradable y rival consciente de sus limitaciones que va a pelear cada balón como si de defender la frontera se tratara. Pero no parece así a través de un primer tiempo en el que el Huesca le da el campo al Sevilla y el Sevilla se adueña del campo y también del balón para que el rival se lleve todo este periodo persiguiendo sombras blancas absolutamente inalcanzables.

El equipo de Lopetegui se muestra tan sobrado como ayuno de verticalidad, pero se las avía para que el rival muestre sus vergüenzas. Hacía tiempo que no veíamos en nuestra Liga un nivel tan paupérrimo de calidad como la de este recién ascendido, pero lo cierto es que nos vamos al descanso sin que Andrés, el portero local, haya tenido que esforzarse en lance alguno. Y la pregunta es la de si pagará el Huesca en la continuación la cantidad de carreras que llevaba en el cuerpo.

Y no lo parecía, pues el Sevilla daba un paso atrás, lo que aprovechaba el rival para tener una ocasión de las que quizá no disfrute otra en el curso. La desperdició inexplicablemente Sandro y eso fue como un toque de corneta para que el Sevilla fuese a rebato. Las ocasiones se suceden para Ocampos y Munir, pero será En-Nesyri el que concrete en un pique velocísimo. Los tres puntos para un Sevilla que así puede mirar con fundamento el asalto al lugar que le corresponde.