NUNCA jamás amaneció un día como éste para la España futbolera, que es toda, incluidas esas regiones que suelen desmarcarse de todo lo que huela a España y que ahora se han integrado al rebufo del Jabulani. Jabulani, vuvuzelas, La Roja, que hoy vestirá de azul, la liaison entre Iker y Sara, el gol a lo Zarra de Puyol, los enanitos de Del Bosque, la Reina tirando penaltis junto a la cárcel donde estuvo Mandela, los goles de Villa, la interpretación sectaria de la gesta en la prensa de Barcelona, la noticia reconfortante de que ZP lo verá por la tele, dos repudiados como Sneijder y Robben convertidos en pesadilla, en fin...
Once de julio, onomástica del añorado por los béticos de verdad Benito Villamarín, nunca jamás una víspera dio para tanto, estamos a punto de despertarnos de un sueño que duró demasiado, tanto que jamás se hizo realidad en jamás de los jamases. ¿Será posible que hoy cuando el domingo ande buscando las tablas ese sueño tan largo se haga de carne y hueso? El pulpo ha dicho sí y eso da confianza, sobre todo cuando nuestro pabellón está defendido de manera tan competente. Pase lo que pase, al carajo los que criticaban a Del Bosque, esos aficionados de barra de bar que, en sus simplismos, siempre culpan al entrenador de la derrota de su equipo, en fin...
Once de julio, las calles de todas las Españas se quedarán desiertas y reinará la expectación más grande jamás soñada. ¿Será verdad tanta alegría? El pulpo dijo sí, eso hace que las mariposas aleteen menos en las barrigas de muchos millones de españoles que hoy tendrán la oportunidad de recordar cuando iban al fútbol de la mano del padre y el gol de Marcelino los rescataba en cierta medida de tantos sueños incumplidos. Medio siglo después llegó el gol de Torres en el Prater y hoy despertaremos en ese confín del mundo que es la capital sudafricana, con el Soccer City como campo de batalla donde combatirá La Naranja con La Roja, que hoy viste de azul, en fin...
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