¡Suerte al chat de papás rebeldes!

La rebeldía consiste hoy en tratar de educar en los valores de siempre, los que nunca fallan aunque cambien los tiempos Un bello delfín en el mar de la mentira Los pésames 'low-cost'

Una joven usuaria de teléfono móvil.

Una joven usuaria de teléfono móvil.

Un chat de WhatsApp en Barcelona se ha llenado en solo unas semanas de familias que quieren restringir los teléfonos móviles entre sus hijos en edad escolar. Es el mayor ejemplo de un movimiento de padres que crece a gran velocidad en toda España. La unión hace la fuerza (y la terapia) a falta de autoridad. Al menos estos papás miran cara a cara el problema, no como los que te cuentan entre risas que sus retoños se pasan el día empantallados. Convierten en hazaña un verdadero problema para auto-disculparse. La estrategia no es lo peor, sino que te exponen el relato (término de moda) sin que se les haya preguntado y sin respeto alguno por la inteligencia del interlocutor. Seguro que estos padres tan valientes han echado mano de un libro de máximo interés: Salmones, Hormonas y Pantallas, de Miguel Ángel Martínez-González. El doctor analiza problemas de salud mental, especialmente entre los más jóvenes. Ahora los salmones no son esos jóvenes raros que no dependen de un terminal, tienen paciencia para leer, están forjando un hábito de estudio y entre sus prioridades no está la botellona. En este caso los salmones son los papás, pues quieren ir contracorriente, no se resignan a determinados hábitos que hemos normalizado en muy poco tiempo. ¡Mucha suerte a los rebeldes del chat! Bendita rebeldía.

Acabaremos algún día conociendo la Ley de la Autoridad de Padres y Madres para regular el ejercicio de la patria potestad, tal como en Andalucía ha habido que regular por ley la autoridad de los profesores. Hay leyes que son vergonzosamente reveladoras del tiempo que nos ha tocado vivir. Primero laminamos la autoridad de los profesores a base de debilitar su posición, primar por encima de todo y en todos los casos al alumno, desprestigiar la figura del docente y meternos hasta en la cocina de sus potestades (¡No pongan deberes para casa!) para luego tener que recurrir a una ley y tratar de reconstruir lo destrozado. Ahora estos padres aparecen destacados en la prensa nacional por exhibir sentido común, por estar en contra de que niños de doce años manejen un teléfono inteligente. Son unos románticos en el fondo, unos educadores vintage, unos condenados de antemano a sufrir esas reprobaciones previsibles del “es inútil” y “al final no te puedes negar” con el que se maquillan las escasas ganas de asumir la parte de enfrentamiento que conlleva la compleja labor de educar. Hoy los rebeldes son quienes se empeñan en apostar por los valores de siempre, los que nunca fallan por mucho que cambien los tiempos.

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