PARECE, da la impresión, se asemeja a una perla perdida en cualquier muladar este lujo sobre vías que es el Tren Al Andalus. Un proyecto que funcionó hasta que fue arrumbado a la espera de tiempos mejores. Y pasa, sorprendentemente, que esos tiempos parecen haber llegado ahora, cuando el país entero anda con el mosqueo de en qué proporción habrá empeorado mañana en relación a hoy. El Al Andalus es nuestro particular Orient Express con su lujo y su canesú, sólo a la espera de una bellísima Mata Hari que le dé lustre a su vagón restaurante. El motor que ha impulsado de nuevo el invento es la vieja conseja de que el lujo genera riqueza y hasta hace olvidar esa mohína que se ha enseñoreado de nuestras vidas. Puede que sea razonable la reaparición del lujoso convoy y que también pueda dicho lujo generar riqueza, pero lo cierto es que el paisaje actual no parece acorde con la cosa. Suerte y a ver cómo resulta.
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