Cataratas de nostalgia que nos invaden en este tiempo de pandemia cuaresmal en que únicamente el azahar ha llegado a su hora. En el mismo sitio y a la misma hora, que cantaba Chiquetete, llegó a la cita la flor del naranjo, pero qué cantidad de ausencias, señor, en esta triste primavera. Recordaba ayer en estos papeles mi dilecto José Joaquín León que se estaba en el día para el Cabildo de Toma de Horas y el próximo domingo debería ponerse Julio Cuesta ante el atril del Maestranza para pregonar la fiesta. Pero ni cabildo ni pregón, que ni hay por qué ajustar horarios ni itinerarios; y pregón, ¿para qué? No hay nada que pregonar por mucho que proliferen carteles anunciadores de la nada, exposiciones de cosas pretéritas y conferencias que nos rescatan un tanto de este páramo sentimental que vivimos. Y sin que a todo esto se le vea el final, lo que ya es inaguantable.