FERIA Toros en Sevilla hoy en directo | Morante, Castella y Rufo en la Maestranza

Velázquez, de vuelta a Sevilla

Podríamos celebrar el día de Velázquez poniendo flores al pie de su figura en la plaza del Duque

La mayor noticia del día en Sevilla debería ser la celebración del nacimiento de Velázquez, uno de nuestros más importantes paisanos dedicados a las artes, entre los que esta ciudad es abundante por fortuna. Basta decir su apellido, para saber que nos referimos al genial pintor sevillano Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Nació un 6 de junio de 1599 en el barrio de San Pedro. En una Sevilla, grande y populosa, llena de comerciantes, religiosos y militares que soñaban con la gloria de Indias. Marinos, pícaros y rameras, atraídos por el puerto. Cómicos y artesanos. El joven Diego pasó por talleres, para aprender el arte de pintar, mientras tenía que moler colores, montar bastidores y tensar lienzos, calentar colas y barnices y hacer todo tipo de recados y trabajos que convinieran al taller, como el del pintor Francisco Pacheco, hombre culto y bien relacionado. Pero hay que reconocer que es el traslado a Madrid en 1623 de la mano del Conde Duque de Olivares y los primeros encargos de Felipe IV los que lo convierten en el pintor universal, casi inalcanzable, que todos admiramos.

El rey, minusvalorado por la historia, era un gran experto en pintura, como aseguran personas cercanas que lo han estudiado muy bien. Los encargos y exigencias artísticas que el monarca plantea al pintor hacen crecer a Velázquez hasta lugares quizás no vislumbrados ni por él mismo. El aprecio de Felipe IV e Isabel de Borbón por el teatro, así como el interés por construir un teatro avanzado en su época, el Coliseo del Buen Retiro, y que trabajaran allí escenógrafos de primer nivel como Cosme Lotti y Baccio del Bianco, hace pensar que no eran monarcas incultos.

Pronto se van a adjudicar las obras en el Salón de Reinos, el gran espacio representativo de la monarquía española del XVII, con proyecto de los arquitectos Norman Foster y Carlos Rubio, ganadores del concurso convocado por el Museo del Prado, para ampliar y dar sentido conjunto a este edificio, junto al Casón del Buen Retiro y el propio museo con sus últimas ampliaciones. El salón no era una arquitectura singular, pero si representativo por los escudos de los reinos españoles que enriquecían su techo y por los lienzos de notables artistas que lo decoraban, entre los que sobresalían las obras de Velázquez encargadas para el lugar, como los retratos ecuestres de Felipe IV, Felipe III, del Príncipe Baltasar Carlos y la Reina Margarita de Austria y La rendición de Breda nada más y nada menos, que destacaba entre cuadros de batallas de otros autores.

Hay iniciativas locales para recordar al pintor sevillano, como abrir su casa natal, llamar al aeropuerto de nuestra ciudad Diego Velázquez-San Pablo. Están muy bien, pero creo que podríamos celebrar el día de Velázquez como se merece comenzando, por ejemplo, con un sencillo homenaje de los sevillanos y poner flores al pie de su figura esculpida por Antonio Susillo en la plaza del Duque, rodeado de arriates, palmeras, magnolios y viejos fresnos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios