Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

¿Se acabó la i nquisición?

15 de julio 2013 - 01:00

EL 15 de julio en nuestros días es el inicio del periodo principal de las vacaciones de verano, pero también es una fecha para la historia. Y en especial el martes 15 de julio de 1834 debería figurar entre las fechas conocidas por todos, por ser el día que se abolió definitivamente la Inquisición en España, aunque ya había sido aprobada su abolición en las Cortes de Cádiz en 1812. Es sin duda una de las instituciones que más ha marcado negativamente la historia de España en el mundo: el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, también conocida como Inquisición a secas. Desde su constitución en el siglo XV se dedicó a perseguir, condenar y ejecutar a los acusados de prácticas judaizantes entre los conversos andaluces. Vinculada a nuestra ciudad desde los inicios, pues fue en Sevilla donde tuvo lugar el primer auto de fe, en el que se condenaron y quemaron a seis personas. El castillo de San Jorge como cárcel, la plaza de San Francisco para los autos de fe y el, entonces extramuros, Prado de San Sebastián como quemadero y cementerio. Aunque no sólo se desarrolló en España. Basta recordar los juicios seguidos en Roma por herejía contra los científicos Giordano Bruno, quemado en la hoguera, y a Galileo Galilei, que se libró de morir pero no de la condena. Y todo por decir que el Sol era el centro y la Tierra giraba alrededor.

Pero en España la cuestión era otra. La persecución a los judíos, es tema largo para tratar en tan breves líneas, pero no puedo dejar de mencionar que con su expulsión por los Reyes Católicos, nuestra cultura quedó partida en trozos, que aún no hemos recompuesto del todo.

Como decía, el 15 de julio de 1834 bajo la Regencia de María Cristina, el Gobierno presidido por el granadino Francisco Martínez de la Rosa, terminó con la Inquisición y sus bienes se dedicaron al pago de deuda pública.

El inicio de lo que después fue conocido como la Desamortización. De un plumazo nos metían de verdad en el siglo XIX. Tenía buen pulso Martínez de la Rosa, que además de político era autor de teatro. Con su obra dramática Aben-Humeya he pasado buenas veladas. Siempre pensé que ahí tenemos un buen espectáculo para un teatro público andaluz.

Pero aunque la Inquisición ya no existe, quedaron entre nosotros profundamente arraigados sus modos y los miedos. No en vano tenemos en nuestro idioma la palabra inquisitorial, que según el Diccionario de la Real Academia, se refiere a un procedimiento parecido a los del antiguo tribunal eclesiástico de la Inquisición. Ya no hay inquisidores, pero nos estamos acostumbrando demasiado a los juicios paralelos en los medios de comunicación.

A veces el vocerío sobre un tema recuerda mucho, claro que metafóricamente, a un ajusticiamiento en la plaza pública. Pero el sujeto de la campaña, queda para el arrastre. Que se lo digan a todos los que quedaron absueltos del caso Arny.

Y a todos los inocentes paseados como culpables por páginas y pantallas. A otro nivel, las incursiones de los inspectores de Hacienda en restaurantes abiertos al público. ¿De verdad que se acabó la Inquisición?

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