La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
Todo local vacío en el conjunto histórico declarado de la ciudad (centro, Triana ySan Bernardo)tiene un alto riesgo de acoger un nuevo bar, una franquicia de galletas o de fundas para el teléfono móvil o hasta una Spritzería. Es el último grito. ¿No le han invitado nunca a la inauguración de un establecimiento especializado en el cóctel Spritz, ese brebaje colorao atribuido a una receta austriaca y de consumo masivo en Italia? Toda obra en una casa presenta un alto riesgo de reforma agresiva con el paisaje. Intentamos ser optimistas, pero la realidad nos da de bruces con reformas que hieren los sentidos.Si pasean estos días por Triana sufrirán con los zócalos que se instalan en una casa con vistas al río. Preguntemos a gritos en el desierto hispalense. ¿Dónde están las comisiones que velan por el paisaje urbano?¿Dónde las de tutela del patrimonio? ¿Por dónde pululan los inspectores de la Gerencia de Urbanismo? Una cosa es que haya un modelo de una Sevilla idealizada, inventada y exaltada por escritores, poetas y fabricantes de ripios, y otra muy distinta es que se permitan despropósitos en un arrabal protegido en los planes urbanísticos. Todo no puede valer. A Triana ya le colaron bloques de apartamentos que igual podrían haberse levantado en Punta Umbría. Tampoco cabía tener mucha esperanza en una ciudad que permite mamotretos como el de la calle Santander o el que está junto al Puente de San Bernardo. Agresiones que nos hemos tragado en silencio. Y no recordemos ahora la Avenida de la Palmera porque nos da un sopitipando y ya tenemos bastante con los partes meteorológicos de Semana Santa y los apremios carentes de tacto del alcalde y la Policía para que las cofradías comuniquen cuanto antes la suspensión de las estaciones de penitencia.
Habría que apremiar al Ayuntamiento no solo a limpiar más y mejor (se percibe el esfuerzo)sino también a concienciar a los sevillanos del inmenso valor de un patrimonio histórico que hace que la ciudad sea única y, por tanto, atractiva. Qué difícil es encontrar gente con criterio que se moleste en rehabilitar con respeto, con gusto y en armonía con el entorno, en este caso de un tramo de río formidable. Y no digan que no se pueden levantar construcciones nuevas en Sevilla. He ahí el ejemplo del proyecto Jardín de las Cigarreras, innovador y nada agresivo. Se trata de cuidar el territorio como conjunto histórico declarado que es. No sembremos la cutrería en Triana. No es barrio para zócalos de casas de vía principal de pueblo sin circunvalación.
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