Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Isabel Díaz Ayuso tiene el perfil de los dirigentes de estos tiempos convulsos en los que vuelve a imponerse como doctrina la interpretación que el jurista alemán Carl Schmitt hizo de la política: un combate entre enemigos. “El enemigo es, simplemente, el otro que está en contra de mi pensamiento”, sostuvo este filósofo crucial que militó en las filas nazis y de las que terminaría por apartarse ante las acusaciones de advenedizo por parte de las SS. Ni contrincante ni rival, sino enemigo, con toda la carga de negatividad del término. Es también la teoría de Santiago Abascal, aunque ampliada hasta el extremo, todos los amigos de mi enemigo son enemigos también, incluso quienes los toleran, de ahí que haya metido al Rey en el saco del sanchismo.
Morante de la Puebla, que es un genio de la tauromaquia pero sólo de la tauromaquia, brindó sus dos últimos toros a Isabel Díaz Ayuso –“usted tiene muchos cojones y muy gordos”– y a Santiago Abascal.
No son los únicos schmittianos, Pedro Sánchez lo lleva practicando desde el inicio de esta legislatura, pero Ayuso y Abascal no son, en este sentido, sus enemigos, sino sus aliados. Ya saben que en política no hay amigos, sino personas que confluyen en un mismo interés, y ahí se encuentran Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso. La polémica forzada sobre el aborto y el apoyo sin matices a Israel son artificios creados por la presidenta madrileña, no ha necesitado que la diseñe ningún estratega de Moncloa, ella misma ha barnizado el marco que Pedro Sánchez necesita para identificar al PP con Vox y a Feijóo con Abascal.
Pedro Sánchez aprovecha la debilidad de Feijóo. En su última entrevista con Angels Barceló, en la Cadena Ser, el presidente deslizó que muchos presidentes autonómicos iban a Madrid y en sesiones off the record hablaban mal de su líder ante los periodistas. Era una afirmación premeditada para abundar en algo que es cierto, que el desconcierto comienza a reinar en Génova ante la incapacidad de Feijóo para conseguir que Díaz Ayuso se aparte, aunque sea hasta las elecciones generales. No lo hará, es su gen, tiene los cojones muy gordos, la testosterona se cotiza ahora mejor que la honestidad y la eficiencia.
Díaz Ayuso comprende los tiempos como Trump, Milei, Meloni y Le Pen, por eso ha sido ella quien ha encerrado a Vox en una comunidad autónoma donde el partido de Abascal tenía su mejor nicho ecológico. Juanma Moreno los contuvo en su segundo mandato, pero ahora vienen crecidos, la pinza no es la del PSOE y Vox, sino la de Sánchez y Ayuso, tanto que en Madrid están disfrutando de lo lindo con la crisis de los cribados.?
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