Azul Klein

Charo Ramos

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Del amor a los libros

Ni la dictadura ni la pandemia han podido acabar con el mecenazgo privado del Premio Formentor

En 1929, en plena crisis financiera internacional, el humanista y empresario germano-argentino Adan Diehl decidió abrir en la entonces recóndita península mallorquina de Formentor un hotel que haría historia por su combinación de lujo, naturaleza y cultura, y por donde pasarían artistas y grandes personalidades como Gary Cooper, Audrey Hepburn o Winston Churchill. A partir de 1930 Diehl auspició una serie de encuentros literarios que continuaron en la década de los 60 con la familia Buadas, propietaria entonces del Hotel Formentor, que amparó a los editores europeos que crearon en 1961 el premio internacional que en su primera edición ganaron Samuel Beckett y Jorge Luis Borges. Fue para el autor argentino el impulso que su carrera merecía y demandaba, y siempre lo reconoció así. El Premio Formentor sobrevivió hasta 1967 pero desde 1963, debido a la hostilidad del régimen de Franco, que prohibió su celebración en España, se volvió itinerante y su entrega se trasladó a Corfú, Salzburgo, el sur de Francia y Túnez, hasta que dejó de existir en 1967. En 2006, la familia Barceló adquirió el hotel y recuperó en 2011 el Premio Formentor, que ganaría ese año Carlos Fuentes, a quien siguieron en los años sucesivos Juan Goytisolo, Javier Marías, Enrique Vila-Matas, Ricardo Piglia, Roberto Calasso, Alberto Manguel, Mircea Cartarescu, Annie Ernaux y, en el primer año del coronavirus, Cees Nooteboom.

Todo ese legado convergía esta semana en Sevilla, con la proclamación en el Hotel Barceló Renacimiento del Prix Formentor 2021 al argentino César Aira. El galardón -dotado con 50.000 euros- vuelve a ser itinerante porque el Hotel Formentor se vendió al grupo Four Seasons el año pasado pero mantendrá el vínculo con las familias fundadoras a través de la Fundación Formentor que dirige Basilio Baltasar. En su alocución el lunes en Sevilla Simón Pedro Barceló Vadell, presidente del grupo Barceló, glosó esta historia y vino a recordarnos que la dictadura lo impidió, la pandemia lo estorbó, pero nadie ha podido acabar con el Premio Formentor. Simón Pedro, al frente del negocio familiar que montó su abuelo, es un representante de ese empresariado comprometido con la cultura que, además de reactivar el premio y garantizar a sus organizadores una total libertad, invitó a los Buadas a incorporarse como mecenas para darle continuidad histórica a su papel fundacional. Desde el visionario Adan Diehl hasta este Prix Formentor sevillano-latinoamericano a César Aira, son más de 90 años de mecenazgo hotelero. Y en este complejo mundo donde las instituciones hacen rehenes a los proyectos culturales de su estrategia política (léase la cancelación reciente del Teatro Central por protestas de otros colectivos), el ejemplo de las familias Buadas y Barceló bien merece un brindis.

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