Carlos Navarro Antolín
La vida sigue en Sevilla
En otra ciudad menos dada a olvidarse de sus hijos meritorios para celebrar mediocridades, los 90 años que el pasado 6 de enero cumplió Aquilino Duque se habrían celebrado con algún reconocimiento. Pero Aquilino -que entre otros ha recibido los premios Ciudad de Sevilla, Fastenrath y Nacional de Literatura- escribe bien, muy bien. Tan bien como para que en Sevilla no se le eche mucha cuenta. Y para colmo de males es de derechas, muy de derechas, cultivador de la incorrección y dado a esos arrebatos de ira que mi padre bautizó como terriblótidas. Él me contaba que su director en el España de Tánger, el gran periodista, crítico y editor Manuel Cerezales, decía que Aquilino era el mejor escritor sevillano posterior a los del entorno local de la Generación del 27.
Junto a Laffón, Sierra y Montesinos forma el cuarteto de poetas que han escrito algunas de las mejores poesías sobre nuestra Semana Santa sin ser nombrados pregoneros. Perdió el pregón. Por ser justos, hay que recordar que en 2016 el Consejo de Cofradías le concedió el premio Semana Santa de las Letras. No menos merece el hombre que le escribió a la Macarena: "Ni azahares ni luna te pondría. / Pondría tu belleza a cal y canto / (…) La Cruz del Sur será tu cruz de guía, / las nebulosas tejerán tu manto". Que comparó la caída del manto exhausto de la Virgen de las Angustias entrando en San Román con el bajorrelieve asirio de la leona herida. Y, por supuesto, que dedicó al Cachorro esa pieza maestra que empieza: "Esta noche, Manuel, tú sobre el puente, / tú sobre el río; prometiendo abrazos / que nunca habrás de dar porque no puedes, / porque un madero y unos clavos dicen / que nadie es libre de morir su propia muerte"; y termina con el escalofriante: "Así mueren los hombres".
De puntillas ha pasado su 90 cumpleaños. Como pasó la ocasión de poner un azulejo en su casa natal de la calle Betis (el compañero Carlos Navarro lo recordaba el pasado septiembre en La deuda de Triana con Aquilino Duque). En fin… Nada pierde él, porque mucho tiene por méritos propios. Cuando el alcalde Zoido le dedicó un azulejo en los jardines del Valle, Aquilino dijo: "Siento mucho que la moda sea quejarse siempre del ambiente contra el que se lucha, la censura y todas esas pamplinas, pero, francamente, de Sevilla sólo puedo decir que sólo he tenido atenciones". Fue más generoso con la ciudad de lo que esta lo ha sido con él.
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