A los dos años del asesinato de Maya

05 de octubre 2025 - 03:14

Consuelo Ordóñez recuerda todos los días en su muro público los aniversarios de los asesinados por grupos terroristas en España, lo hace sin discriminar a los autores, unos días son víctimas de ETA –la mayoría–, otros de los GAL y de los grupos financiados por el Estado. No se trata de ninguna equidistancia, sino de un grito permanente contra el horror y el uso de la violencia como herramienta política. En su caso hay un mérito añadido porque su hermano Gregorio, concejal del PP en San Sebastián, fue asesinado por un comando etarra en el casco viejo de su ciudad, lo que no le ha impedido iniciar procesos comunes y de conciliación con víctimas de los GAL. El pasado 1 de octubre recordó el bautismo de sangre del Grupo de Resistencia Antifacista Primero de Octubre (Grapo), una facción de extrema izquierda que asesinó hace 25 años a cuatro policías nacionales que realizaban labores de vigilancia en bancos y cajas de ahorros.

El próximo martes hará dos años del asesinato de Maya Villalobo Sinvany, una joven sevillana de 19 años que se encontraba en Israel, realizando el servicio militar obligatorio. De padre sevillano y madre israelí, Maya estaba en la base militar de Nahal Oz el día en que Hamas entró en Israel para asesinar a 1.195 personas, la mayor parte civiles que dormían en sus casas, trabajaban en el kibutz y danzaban en un concierto de música que se celebraba en el desierto. La culpa de Hamas es doble porque, además del daño causado, contaba con que Israel represaliase de modo indiscriminado a los palestinos de la Franja para utilizar la reacción como elemento que añadir a su causa.

La estrategia de la acción, en forma de atentados contra policías y militares, para provocar la reacción por parte de esos mismos cuerpos no es nueva, fue la forma de actuar de decenas de grupos terroristas que entendían que así se denunciaba a los supuestos Estados represores. Es justo lo que Hamas pretendió ese 7 de octubre, dejar en evidencia ante el mundo la maldad intrínseca de un Estado que le niega la existencia y que había comenzado a ser admitido por varios países islámicos a través de los Acuerdos de Abraham. La furia de Netanyahu y el fanatismo de su Gobierno, sin embargo, ha dejado descolocados a todos con una violencia inusitada, incluso, para Israel.

Sólo otra errónea consecuencia del pensamiento binario es la que nos obliga de modo irracional a elegir entre unas víctimas y otras, en creer que el dolor de los padres de Maya es más pequeño porque Nenayahu destroza a criaturas como ella todos los días en Gaza. No es equidistancia, aquí hay unos responsables políticos muy claros y la culpa de unos no es argumento de defensa de los otros.

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