El balcón
Ignacio Martínez
Sin cordones sanitarios
No todo puede ser pandemia, aunque lo esté arrasando casi todo. También hay que entretenerse para olvidar por un momento la catástrofe que padecemos. Y López Obrador, como si fuera don Antonio Pérez Sánchez, el creador de los Juegos Reunidos Geyper (que, mira por donde, creó su empresa en el negrísimo 1945 de dictadura, autarquía, hambrunas y tisis), da mucho juego con esto de exigir que se pida perdón por actos cometidos hace siglos. El presidente mexicano y la internacional de la corrección política imbécil están creando una nueva forma de pensar la historia y las relaciones internacionales. Hay que imaginar a toda Europa dirigiéndose al presidente italiano para exigirle que pida perdón por las invasiones romanas. Y a este exigiendo a Merkel y a los dirigentes de los países descendientes de los antiguos pueblos germánicos que pidan perdón por los crímenes de Alarico y el saqueo de Roma.
Esta manipulación política de la historia obligaría a Felipe VI a exigir a los países árabes que pidieran perdón por la invasión del 711. Y a estos a exigirle que pidiera perdón por la reconquista. Obligaría a Isabel II, que bastante tiene con la que le ha caído encima a sus 94 años, a pedir perdón a cuantos fueron colonias del imperio británico o sufrieron su ira, que no es cosa de que los gaditanos se queden sin una satisfacción por el ataque de 1797. Por no hablar del Gibraltar reivindicado por José Luis y Los Tres Sudamericanos. Macron, el pobre mío, se tendrá que deshacer en peticiones de perdón por las invasiones napoleónicas además de por el furor colonial del II Imperio, Argelia, Indochina y otras menudencias. Como las heredadas por Felipe I de Bélgica de su tastatarabuelo Leopoldo II. Biden, como si no le bastara la trumpherencia, se las tendría que ver, además de con los nativos americanos y los afroamericanos, con los españoles -remember 1898-, casi toda Latinoamérica o los alcaldes de Hiroshima y Nagasaki. Mientras Naruhito acabaría con una luxación de espalda de tanto hacer reverencias de arrepentimiento a los jesuitas, China o Estados Unidos. Rusia sería un empezar (por lo zares) y no parar (por Lenin y Stalin) hasta llegar a Putin. Y de la China comunista ni hablamos. Sin olvidar las peticiones de perdón de los descendientes de asirios, babilonios y egipcios a los israelitas por su manía de esclavizarlos. Puestos a exigir responsabilidades, ¿por qué poner límites?
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