La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La intimidad perdida de Sevilla
EN más de una ocasión durante los últimos meses, tanto en conversaciones privadas como en entrevistas con los medios, me han preguntado, como presidente de Promarca, por qué creo que el consumidor debe comprar una marca líder de productos de alimentación, bebidas, droguería y perfumería. Un tema que muchas personas se han planteado en alguna ocasión durante este año.
Quienes mejor pueden responder a esta pregunta son sin duda los propios consumidores, puesto que a día de hoy continúan confiando plenamente en ellas. En concreto, 7 de cada 10 euros que se invierten actualmente en la cesta de la compra, corresponden a marcas líderes.
En lo que a mí respecta, creo que la pregunta correcta sería por qué, pase lo que pase, hay infinidad de marcas a las que no renunciamos. Las preferencias sobre ellas pueden variar de una persona a otra pero, cualquier consumidor a quién se le pregunte, puede nombrar numerosas marcas o productos de marcas líderes que no está dispuesto a cambiar. ¡Cuántas veces hemos oído cosas como "no, tiene que ser Coca-Cola" o "en mi casa sólo se toma ColaCao"!
Consumimos productos de marcas líderes porque nos gustan, cubren nuestras necesidades y apetencias, nos aportan bienestar, una calidad reconocida, y porque confiamos plenamente en ellos. Somos conscientes de que no nos van a fallar, y eso es el resultado de años de experiencia. Detrás de una marca de fabricante hay un gran esfuerzo humano, una enorme inversión en investigación, hay estudios, pruebas, y años de confianza de los consumidores, durante los cuales, los fabricantes han mantenido la calidad de sus productos y se han esforzado en conocer al consumidor y saber en cada momento lo que quiere y lo que necesita.
Pero el trabajo de las marcas, no es exclusivamente beneficioso para el consumidor como tal, sino que es además creador de riqueza y empleo para la sociedad y para la economía. La industria de las marcas de alimentación, bebidas, droguería y perfumería, constituye uno de los principales sectores industriales españoles en la actualidad.
Este sector, que el año pasado tuvo unas ventas netas de 83.000 millones de euros, realiza unas inversiones en I+D+i anuales cercanas a los 600 millones de euros y es el área industrial que mayor dinamismo positivo presenta en el mercado de trabajo actual, con 500.000 puestos de trabajo directos y 1,5 millones de puestos de trabajo indirectos. Es por ello que representa cerca del 7% del PIB español.
Las empresas que fabrican estas marcas generan, además, empleo de calidad para sus empleados, invierten en formación e, indirectamente, contribuyen a que el sector agricultor y ganadero español sea más competitivo.
Si nos paramos a pensar qué supone para el consumidor el esfuerzo económico y humano en innovación y desarrollo de las marcas de fabricante, también podemos darnos cuenta de que sin él, no existirían muchos productos, envases y fórmulas en las que no solemos reparar a la hora de hacer la compra porque estamos acostumbrados a verlos, pero sin los que no podríamos pasar. Champú con acondicionador, pasta de dientes blanqueadora, leche de soja, comida especial para microondas, productos para diabéticos, para celíacos, bajos en calorías, alimentación infantil, etc.
En definitiva, todos nosotros tenemos en mente muchas marcas o productos que nos han acompañado a lo largo de toda nuestra vida, siempre han estado en nuestras casas y a los que no renunciamos. Son productos que eligieron nuestros padres en su día y que nosotros no hemos dejado de elegir día a día porque, por todas las razones anteriores, son incomparables e insustituibles.
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