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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La azotea azul

La Fundación El Gancho Infantil y el Hospital Virgen del Rocío devuelven a los niños los juegos al aire libre

Tengo años suficientes para haber conocido las grandes terrazas del Hospital de San Juan de Dios de Eduardo Dato, que entonces se llamaba Jesús del Gran Poder, llena de camitas con los niños tomando el sol y respirando el aire de aquel Nervión que entonces pasaba por ser una de las zonas más saludables de Sevilla. Lo recordé al leer que la Fundación El Gancho Infantil y el Hospital Virgen del Rocío han firmado un convenio para la creación de La Azotea Azul, un espacio al aire libre de juegos y convivencia situado en la azotea de la segunda planta del Hospital Infantil. Sus beneficiarios serán los más de 4.000 niños de toda Andalucía que cada año ingresan en este centro, muchos para estancias de media y larga duración.

El proyecto se integra en las acciones de La Puerta Azul que amplían al ámbito infantil el programa Al Lado de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, que promueve la cooperación entre servicios públicos y asociaciones para acompañar y prestar el mejor apoyo a los pacientes con problemas de salud graves o crónicos que requieren largas hospitalizaciones y tratamientos prolongados y a sus familias. El entonces consejero de Salud, Aquilino Alonso Miranda, lo definió perfectamente en la presentación del libro Llamandoa la Puertazul. Al lado del menor en situación de adversidad en salud: se trata de entrar en la entraña del sufrimiento para que su reducción sea uno de los fines centrales de la intervención social y sanitaria. Y el sufrimiento, siempre pero más en un niño, no lo causan sólo la enfermedad y sus tratamientos, sino la desconexión con su entorno.

El aire de la calle tras un encierro, la luz natural tras la artificial y el sol tras haber sido privado de él son bendiciones gratuitas y cotidianas que sólo valoramos cuando las perdemos. Quien haya vivido una reclusión hospitalaria sabe que lo que más se echa de menos -aparte de la salud y la ausencia de dolor o molestias- es lo que nada cuesta y en el día a día tal vez no se dé importancia: mi casa, mi butaca, mi cama, la privacidad de mi cuarto de baño, el bar del café de cada mañana, la calle y, por supuesto, el aire libre, la luz y el sol. Si esto es así para un adulto, imaginen lo que el juego al aire libre, el sol y el acompañamiento de sus familiares y amigos representa para un niño. Aplausos merecen la Fundación El Gancho Infantil y el Hospital Virgen del Rocío por hacerlo posible.

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