TIBIA autocrítica de José María del Nido en la esperada rueda de prensa para confirmar la continuidad de Míchel como entrenador para la próxima temporada. El mejor presidente sevillista de la historia, y vaya por delante ese dato que él tanto se empeña en hacer valer, se ancla en eso, en un balance general de su mandato, cada vez que trata de admitir los errores que ha cometido la entidad en su gestión deportiva durante el último curso, tal vez mayores incluso que los que puedan derivar del apartado económico.

Porque el colmo fue utilizar a Cigarini como ejemplo para justificar a futbolistas que han estado de vacaciones en el Sevilla y después han tenido una trayectoria más o menos convincente. Se exceptúa a un Kone lastrado por sus rodillas y si bien es cierto que el italiano está en una preselección con su país, como también fue a una convocatoria durante su ridícula etapa como sevillista, es igual de cierto que el nivel de Acosta, Chevantón, De Mul y muchos futbolistas más jamás se ha correspondido, ni probablemente lo haga, con las inversiones realizadas. Incluso de quienes llegaron por menos coste y casi fueron ceros a la izquierda, como Boulahrouz, Dabo o ahora Spahic. Por citar sólo a tres, que habría muchos más en un análisis a fondo.

Pero, por muchos golpes que se pueda dar en el pecho un Del Nido que ayer bajaba a la tierra de los humanos en lo referente a los objetivos, la realidad es que el bisturí sólo lo aplicará dentro de las estructuras deportivas del club por la necesidad de adecuar los euros a un presupuesto un tercio inferior. El resto, desde el entrenador a otras parcelas, seguirá igual. Como si el curso hubiera sido un éxito y mereciera las risas que salían por la tele después de la rueda de prensa.