La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Se busca amigo con balcón y... aseo en la Semana Santa de Sevilla

Tengan cuidado si les invitan a ver cofradías, porque puede que deban aguantar una verborrea que no les compense La Muy Agradaora Ciudad de Sevilla Esta luz de Sevilla

Pétalos al paso de una cofradía.

Pétalos al paso de una cofradía. / M. G. (Sevilla)

Se busca amigo con balcón en la carrera oficial o en lugares de paso preferente de cofradías, caso de las calles Francos, Cuna o Adriano, para contemplar el paso de cofradías y, sobre todo, para tener un urinario disponible. Tantos bares cierran ya motu proprio en Semana Santa que nos quedamos sin servicios, aunque sean de esos tan pequeños donde muchos no podemos precisamente correr por los pasillos, como diría Álvaro Peregil en su taberna de La Goleta de Mateos Gago. La sociedad poco dada el esfuerzo busca con anhelo un lugar donde no esperar, no caminar, no programar dónde ver las cofradías. ¡Que nos lo den todo hecho! Y mucho mejor si es con servicio de bar. El problema es aguantar a los plastas, brasas, pelmazos y acaparadores de la posesión del balón que no te dejan, precisamente, dedicarte a lo que se supone que te has de dedicar: la contemplación del paso del cortejo de una cofradía. Tengan cuidado en esos balcones, como dijo Moeckel la pasada semana en el foro de cuaresma de la Fundación Cajasol que preside Antonio Pulido. Hay que procurar enterarse quiénes son los invitados, con quién va a compartir (o sufrir) unas horas maravillosas de la vida de la ciudad. Porque se las pueden avinagrar. Y eso nunca se olvida. Mucho cuidado con bajar el nivel y conformarse con cualquier cosa porque puede que se arrepienta para toda su vida.

Recuerdo a verdaderos pejigueras contándome sus proyectos empresariales mientras pasaba por delante una cofradía romántica que merecía toda mi atención y silencio. O el típico tontucio que va de cangrejero delante de la Virgen y que te saca conversación justo cuando llega a tus dominios y, por lo tanto, no te deja ver el paso. La defensa de la intimidad en Semana Santa es el segundo gran reto después de contar con un urinario. Hay calles desgraciadas por las que no pasa ninguna cruz de guía que son usadas como retretes de forma descarada por mucho que el Ayuntamiento se esfuerce en instalar urinarios provisionales en varias plazas. Tenga cuidado en vender su intimidad por un balcón donde se pegan codazos y tiene derecho a una torrija minimalista acartonada, una servilleta de papel y una conversación entre estúpida e insulsa. No se limite a ver pasos, pues la Semana Santa es mucho más que eso, como la carrera universitaria debe ser más que superar exámenes parciales. Se dice que este año podemos perder uno de los grandes bares de Sierpes, por lo que cientos de abonados no tendrán donde tomar café. Ojú, Oseluí. Estará cerrado todo un clásico. ¿Hacia una Semana Santa de petaca? Cosas veredes.

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