¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Un nuevo héroe nacional (quizás a su pesar)
ESOS mismos que están dándonos todo el día la tabarra por el “retroceso” de las libertades individuales, que se desgañitan avisando del inminente advenimiento de un orden iliberal, que nos recuerdan las nefastas consecuencias que tendrá para la democracia la expansión de la extrema derecha en Europa, que ven fascistas hasta debajo de la mesa camilla, que aseguran que los jueces son una quinta columna del franquismo... Esos mismos, santos mártires de la democracia, el club de los situados en el lado correcto de la historia, depositarios de la superioridad moral de la izquierda, arcángeles custodios de las sagradas esencias de la libertad... Esos mismos, decíamos, son los que acaban de montar una cacería en las redes sociales y en algunos medios para que el periodista y escritor Juan Soto Ivars no pueda presentar hoy, a las 19:00 hs., en la Biblioteca Infanta Elena de Sevilla, su último libro: Esto no existe. Las denuncias falsas en la violencia de género (Debate). ¿Qué dice este libro satánico para que merezca la virulencia de las santas hordas woke? Resumiendo mucho, el libro no niega la violencia de género (como ha afirmado alguna diputada de lengua rápida), pero sí señala las muchas taras de la ley de violencia de género, haciendo hincapié en la indefensión en la que quedan los varones por la mera razón de su sexo y la manipulación por parte de los entes oficiales de los datos referidos a unas denuncias falsas que, en algunas ocasiones, se usan para alcanzar ventajas en procesos de divorcio o como venganza contra determinados hombres. Frente al ridículo 0,001% defendido por los órganos oficiales, Soto Ivars explica con método y datos que estas denuncias falsas pueden llegar al 30% ó 40%. El libro, evidentemente, no es la Biblia y puede ser discutido, pero siempre con argumentos y cifras, no con consignas políticas o revenidas descalificaciones del estilo “negacionista”. Tampoco con llamamientos a la cancelación del acto o escraches, sobre todo por parte de políticos que deberían defender los derechos fundamentales de los ciudadanos, no su eliminación. Y nos referimos concretamente a Adelante Andalucía, que ha sido la primera en tocar el cornetín de los monteros para activar una cacería en la que le ha seguido la habitual jauría de las redes sociales. ¿Y la Junta? Es la anfitriona del acto con la boca chica a través de un Centro Andaluz de las Letras que apenas ha dado la publicidad habitual al acto. Eso sí, hasta el momento ha defendido el derecho a la libertad de expresión. Algo es algo.
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