Azul Klein

Charo Ramos

chramos@grupojoly.com

Una calle de Sevilla

La señorial Alfonso XII revive con el popular mesón del Serranito y un exquisito tostadero de café artesanal

El Ayuntamiento, a través del ICAS y del Servicio de Archivo, Hemeroteca y Publicaciones, facilita con acceso libre y gratuito la consulta de 50.000 ejemplares de periódicos locales que nos permiten leer la historia diaria de esta ciudad desde mediados del siglo XIX a la década de los 80 del siglo pasado. Entre los cinco medios digitalizados que están incorporados ya a ese Repositorio del Patrimonio Documental figura El Noticiero Sevillano (1894-1933). Fue tras El Liberal el segundo medio impreso en el que escribió Manuel Chaves Nogales y donde, a partir de 1917, despegó su talento, su escritura cristalina y su visión nada complaciente de la sociedad de su tiempo. Conversando con nuestro compañero Luis Carlos Peris, descendiente del periodista valenciano Peris Mencheta que fundó y dirigió El Noticiero Sevillano, imaginamos cuán bulliciosa sería la redacción de aquella cabecera con sede en el número 12 de la calle Alfonso XII. Y aunque no hay placa que recuerde que aquí trabajó Chaves Nogales (como tampoco que nació en la calle Dueñas) no está de más imaginar que, recorriendo esta arteria que desemboca en la Puerta Real, el futuro creador de Juan Belmonte, matador de toros tuvo ocasión de reflexionar sobre la idiosincrasia de su ciudad e ir dando forma a su primer libro, publicado en 1921; en unos meses, La ciudad cumplirá un siglo y sus reflexiones resuenan en esta Sevilla cerrada perimetralmente que, de nuevo, tendrá que reinventarse entre la tradición y la vanguardia, entre la riqueza patrimonial y la necesidad de ser mucho más que un destino turístico.

Frente a la que fuera la sede del Noticiero Sevillano ha reabierto sus puertas hace un mes el mesón del Serranito, un ejemplo de la inteligencia del empresariado local a la hora de crear, con precios populares, una marca que trasciende nuestro particular imaginario. En una calle señorial como Alfonso XII, tan hermosa en su luz y arquitecturas pero donde han echado el cierre tantos comercios y agencias de viaje, maravilla ver las colas que, guardando las distancias de seguridad, se han formado estos fines de semana para poder degustar serranitos por el precio al que se despachaban cuando se inauguró el negocio allá por 1983: cuatrocientas pesetas, 2,40 euros de hoy, que se ajustan mejor a la nueva normalidad de tantas familias que otros eslóganes publicitarios. En la misma acera de Alfonso XII también abre sus puertas uno de los mejores tostaderos artesanales de café, El Hombre Pez, y reconforta ver que en estos días lluviosos la gente se acerca hasta aquí, paraguas en mano, para encargar café molido y hacerse con esos aromáticos sabores de Etiopía, Minas Gerais (Brasil) o Colombia que nos consuelan de la desdicha de no poder recorrer el mundo ni llegar más allá de la Real Venta de Antequera.

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