Chistorras, soles y lechugas

04 de octubre 2025 - 03:11

Cuando nos enteramos de las chistorras, los soles y las lechugas del buen Koldo y su compinche Ábalos (¿se atreverá nuestro valeroso cine español a filmar una película sobre estos dos sujetos?), los más memoriosos recordamos aquellas apuntaciones escritas a mano por un tal Bárcenas en las que también se hablaba de chistorras, de soles y de lechugas. Hace diez años, todo el mundo hablaba del sigiloso contable Bárcenas –“Luis, sé fuerte”-, pero es posible que hoy no lo reconociéramos si nos lo cruzáramos por la calle. Por cierto, ¿sabe alguien dónde está Bárcenas? ¿Sigue en la cárcel? ¿Disfruta ya de libertad provisional? Lo digo porque estas sórdidas historias de contabilidades paralelas que afectan a los partidos políticos son una especie de maldición social que todos hemos aceptado como inevitable. Así funcionan los partidos, nos decimos, y nos encogemos de hombros con un gesto de rabia que olvidamos a los dos minutos. Y luego, tan panchos, votamos a ese mismo partido porque es el que defiende las mismas cosas que defendemos nosotros y es mejor que gobiernen los nuestros antes de que gobiernen los otros, maldita sea.

Bueno, pues justamente cuando estamos hablando de las chistorras y de los soles y de las lechugas, se ha sabido por un informe del Instituto Juan de Mariana que la Seguridad Social se ha quedado sin dinero para pagar las pensiones desde el día tres de octubre, es decir, ayer mismo. Y a partir de hoy, el dinero de las pensiones se va a tener que pagar con aportaciones directas del Estado, que tendrá que recurrir al déficit y a la deuda, es decir, a las típicas trampas de sablista desesperado que pide dinero sin saber cómo va a devolverlo. Es curioso, pero no recuerdo que nadie haya hablado de este tema en las truculentas tertulias televisivas donde la gente se desgañita hablando de Gaza. Se supone que la economía española va como un cohete –eso nos dicen–, pero cada año la Seguridad Social va acumulando un agujero de 50.000 millones de euros del que nadie habla y del que nadie parece querer saber nada. Y si seguimos así, ese agujero negro en las cuentas públicas acabará engullendo nuestro Estado del bienestar. Pero eso, por supuesto, no debería preocuparnos. Lo importante es Gaza.

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