¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Un nuevo héroe nacional (quizás a su pesar)
ES un hallazgo interesante de uno de los libros científicos mejor acreditados de los últimos años: ¿Por qué fracasan los países?, de los americanos Acemoglu y Robinson. Aunque generalmente interpretada desde una perspectiva de historia económica, la obra tiene en realidad una decisiva conexión política en la medida en que trata de determinar cómo las claves de desarrollo económico de ciertos países dependen en realidad de la emergencia de soportes institucionales de naturaleza política (las llamadas instituciones "inclusivas") que permiten superar las tradicionales y arcaicas economías extractivas, basadas en la detracción de recursos de la mayoría oprimida a favor de ciertas minorías privilegiadas.
Pero no se trata tan sólo de determinar el tipo de acontecimientos de ruptura histórica o de revolución social que permitieron "liberar" a ciertos países de las trabas de la historia; ni siquiera del establecimiento de las coordenadas sociales y jurídico-políticas que han permitido el desarrollo de economías dinámicas (lo que denominamos normalmente como revoluciones burguesa e industrial), sino del modo como ciertos países han conseguido mantener en el tiempo tales pautas de apertura democrática para acabar asegurando la presencia de los intereses de la mayoría; sobre todo cuando aparecen determinadas amenazas al sistema. Es aquí donde aparece la noción de "círculo virtuoso".
Por expresarlo en términos más sencillos: no se trata sólo de determinar las coordenadas históricas que determinan la aparición de las democracias, o como en nuestro caso, del tan debatido balance de la transición que culmina en la Constitución de 1978. De lo que se trata es de las claves que permiten la consolidación y el mantenimiento en el tiempo de tales democracias cuando algunos de los sectores sociales que contribuyeron a su advenimiento intentan "beneficiarse" del mismo para acceder a nuevas posiciones de privilegio.
Algunos ejemplos históricos ayudan a entender la noción de "círculo virtuoso". La expansión económica que trajo consigo la revolución industrial norteamericana dio lugar desde finales del siglo XIX a la aparición de los primeros grandes potentados capitalistas: los Rockefeller, Morgan, Vanderbilt, etcétera. Teóricamente estaban destinados a controlar la economía americana con sus imponentes trusts, hasta que comenzaron a ser calificados como los robber barons o barones ladrones por un amplio movimiento social de protesta que consiguió reforzarse hasta impulsar las legislaciones antimonopolio a partir de Teddy Roosevelt y los siguientes presidentes norteamericanos. Los hijos millonarios de la revolución industrial, que trataban de asegurarse posiciones de privilegio con los beneficios acumulados, tenían así que frenar sus pretensiones hegemónicas subordinándose a los intereses generales de la mayoría.
En nuestro caso, parece evidente que el catalanismo fue durante la transición uno de los elementos constructivos que permitieron la aparición de un sistema de instituciones "inclusivas", en la expresión de Acemoglu y Robinson, plasmado en nuestra Constitución de 1978. También es evidente que desde hace algún tiempo esos sectores catalanistas tratan de romper con tal sistema inclusivo para adquirir posiciones de privilegio. ¿Estamos en consecuencia los españoles en condiciones de poner en marcha nuestro propio "círculo virtuoso" para frenar las pretensiones hegemónicas de un sector tan poderoso?
Es curioso que, aun tratándose de un libro fundamentalmente económico, los autores insisten en precisar que las claves de todo círculo virtuoso residen en los parámetros propios de un Estado de Derecho, es decir, en asegurar los principios legales de igualdad que están al servicio de todos. Así, cuando la alta burguesía inglesa del siglo XVIII trató de frenar las incursiones de los peligrosos blacks (bandas de furtivos que, con las caras tiznadas, merodeaban en las grandes propiedades) se encontraron con que la propia judicatura se resistía a una aplicación rigurosa de los instrumentos represivos: era la lógica del rule of law que, al final, protegía a todos.
El círculo virtuoso se convierte así en la clave de bóveda que debe asegurar la consolidación y el mantenimiento en el tiempo de los sistemas democráticos cuando determinados sectores que contribuyeron al advenimiento de tal sistema pretenden adquirir una posición de privilegio. Y la experiencia histórica nos demuestra que tales inflexiones se han podido superar con éxito cuando han sido los intereses de la mayoría, apoyados en el principio de igualdad y en la lógica del Estado de Derecho, los que han conseguido frenar las pretensiones de los sectores más poderosos. Es el momento de decidir si somos capaces en España de poner en marcha nuestro propio círculo virtuoso, es decir, nuestro sistema de defensa de la igualdad y de la mayoría.
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