CINCO días después de que su abogado, el prestigioso penalista Francisco Baena Bocanegra, elevara el tono de sus protestas contra la fiscalía y contra la juez Alaya al mantenerle imputado por presunto cohecho en el caso Mercasevilla, Antonio Rivas abandona la Ejecutiva del PSOE de Sevilla porque ha trascendido, con ocho años de retraso, que su mano derecha en el PSOE de Camas, y también en el Ayuntamiento cuando fue alcalde, es uno de los falsos trabajadores en el ERE de la empresa Intersur, de Morón. Tuvo que ser tramitado por Rivas cuando era delegado provincial de Empleo, y por Francisco Javier Guerrero como director general de Trabajo. Una realidad que se superpone a lo que criticaba Baena dos días antes, advirtiendo que no hay pruebas que implicaran a su cliente en el intento de extorsión a los empresarios de La Raza. "La decisión de llevarle a juicio puede tener el fatal resultado de llevar a un inocente a sufrir innecesariamente la pena de banquillo".

Antes del banquillo están los paseíllos. Una pareja de hecho por los juzgados del Prado en la que el mediático es el abogado, dada su participación en casos de repercusión nacional. ¿Quién es ese que va junto a Baena?, dicen muchos sevillanos que no identifican a Rivas en la televisión y en los periódicos. Lo que para el cliente de Baena es la pena de telediario, para Baena es la minuta de telediario.

La inocencia de Rivas que él esgrime es en términos penales. Antes está dirimir su inocencia en términos políticos. Y en política se es culpable por acción u omisión cuando tienen lugar gravísimas irregularidades en tu ámbito de responsabilidad. Dimitido, ahora Baena puede defenderle mejor. Y ninguno de los dos me va a decir por qué tardó tanto en dejar primero su cargo en la Junta, y después su rango en el partido, cuando era insostenible defender su inocencia política. Rivas estaba amortizado. Pero pensaron sus jefes políticos que era una pieza a mantener para sacrificarla cuando subiera la marea hacia ellos y fuera imprescindible soltar lastre.