De aquellas colas que perdimos

01 de noviembre 2021 - 01:45

Mengua, año tras año, el poder de convocatoria que hoy tenía lo de ir al cementerio a rezarle a los difuntos. Mengua el poder de convocatoria y, por ende, se acortan aquellas colas de antaño que casi ocupaban toda la rotonda ante la puerta principal del camposanto. Es una tradición más que va perdiendo fuerza a la vez que proliferan las plazas libres, fosas y nichos sin ocupar, vacíos en estampa sobrecogedora que te encoge los adentros. Honrar a los muertos en este día queda ya más en la intimidad que en la cola ante el cementerio y las razones van de la ola de laicismo que nos invade a la enorme cantidad de cadáveres que se incineran, se depositan en una vasija y adiós. Hay quienes conservan el tarro en un lugar del salón de casa y los que aventan las cenizas donde más se corresponda con los gustos del finado. Por tanto, de aquellas colas no queda mucho.

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