La lluvia en Sevilla

La conquista del espacio

Sevilla tiene aún pendiente culminar la conquista del espacio, de su propio espacio

Celebro que Sevilla vaya a ser la sede de la Agencia Espacial Española, y felicito a quienes han trabajado para presentar el mejor proyecto (así se les pueda recriminar que hayan caído -nos lo temíamos- en la tentación de soltar el lema "Sevilla tiene un color espacial"; eso sí es para llevarlo a la Audiencia Nacional). Los felicito y nos felicito: esta es una de las varias maneras de diversificar la actividad y librarla de girar tanto en torno al turismo y a otras inercias económicas que no nos hacen dueños de nuestro destino, sino esclavos amarrados a grandes cadenas. Buena señal sería que, de aquí a pocas décadas, tuviéramos azulejos que recen: "En este bloque nació la ilustre ingeniera aeroespacial Rocío García, gloria de los cielos y mítica de los satélites, que paseó el nombre universal de Triana por la estratosfera".

Sevilla ha dado un gran paso hacia el cielo. Propongo no dejar de mirar al suelo, que es donde la ciudad tiene el gran reto, en la conquista del espacio no sideral, sino terrenal, de a pie de calle. "Jugar a la chica", y no sólo a lo grande, llamó a esto en un acertado artículo mi compañero de página Ignacio Martínez. "Yo defiendo lo leve, lo menor. Es mi trabajo", dijo el poeta. Esto sí que lo propongo como lema.

Sevilla tiene aún pendiente culminar la conquista del espacio, de su propio espacio. Liberar calles de segundas filas de coches, habilitar zonas de aparcamiento, impedir que las furgonetas se suban en las aceras y las gentes se bajen de ellas, peatonalizar las calles supuestamente peatonalizadas por las que es imposible caminar, ganar plazas para que juegue la chiquillería y zonas verdes para cualquiera. Librarnos, con concienciación, de mierdas de perro, meadas de borrachos, gargajos, colillas, papeles y demás bombardeos incívicos. Vertebrar el territorio, es decir, no tardar en bus de un barrio a otro más que de Sevilla a Huelva, o no tardar más de Santa Justa a Plaza de Armas que de Sevilla a Córdoba, o que el cercanías llegue de una vez al aeropuerto, o el metro a Santa Justa… La conquista -o la reconquista, quizá- está en repavimentar en condiciones ciertas zonas, o en los alcorques vacíos no porque esperan esquejes, sino porque convino al "progreso" talar el que allí había. O, en esta línea, en devolver a la ciudad el espacio, abierto y cuidado por el Ayuntamiento hasta 2012, que ocupa el ficus de San Jacinto, para así poder mantener con garantías de seguridad un ejemplar histórico incluido en el inventario de árboles singulares. Sevilla habrá conquistado plenamente su espacio cuando no tenga los barrios más pobres de España. Los sevillanautas libramos esta carrera espacial en tierra firme.

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