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Crónica personal

pilar Cernuda

La contundencia de Rajoy

NO lo creían ni los suyos, que pensaban que Mariano Rajoy se tomaría el debate con su habitual flema galaica o no galaica, la que utiliza cuando se siente incómodo porque otros le marcan la agenda. Sin embargo salió como un toro, contundente, drástico, buscando pelea. A degüello con los que le acusan de haber cometido delito y de presidir un partido de corruptos.

Rajoy se defendió con uñas y dientes y sacó la artillería pesada para recordar que Rubalcaba había utilizado argumentos contrarios a los que utiliza ahora cuando era su partido en el que se encontraba en cuestión.

Rajoy, muy sutilmente, advirtió que sus cuentas estaban claras y también sus obligaciones con Hacienda, aunque no dijo nada respecto a que otros dirigentes de su partido fueran igual de honrados. A buen entendedor … No puso la mano en el fuego por nadie y no dijo eso de que cada palo aguante su vela, pero se le entendía todo.

Reconoció sus errores y que se había equivocado al confiar en Bárcenas y declaró que ni se sentía culpable ni pensaba dimitir. Con una fuerza que evidentemente llegó a lo más hondo de sus militantes, que necesitaban ese arranque de Rajoy, esa defensa de las siglas del partido, que no podían salir contaminadas por culpa de un ex tesorero probablemente corrupto.

Frente a la contundencia de Rajoy se presentó un Rubalcaba que ha tenido mañanas más gloriosas parlamentariamente hablando. Lo que más sorprendió fue que después de advertir a Rajoy que tenía que enfrentarse ya a los hechos, consideró como "hechos" la supuesta contabilidad B del partido. Es decir, que asumió como verdadero el listado de contabilidad de Bárcenas antes de que el juez dictamine si se efectivamente se puede considerar contabilidad oficial del PP. Como dijo Duran Lleida, era "aberrante" que alguien dé más credibilidad a la palabra de un imputado que a la de un presidente de Gobierno. Pero Rubalcaba iba a muerte contra Rajoy y no midió el alcance de sus acusaciones, brutales pero que al menos en la hora en que se dirigió al Parlamento, no estaba basada en hechos ciertos sino en documentos facilitados por un ex tesorero que se mueve por venganza y también con la intención de salvar su piel.

En el debate apareció el mejor Rajoy y lo reconocían incluso diputados de otras formaciones políticas. Pero no puede cantar victoria, porque los españoles tienen ideas muy firmes sobre el caso Bárcenas; para unos significa la prueba del comportamiento delictivo de un partido, y para otros es un asunto con el que Bárcenas intenta tapar sus fechorías acusando de corrupción al Partido Popular.

Y no cambiarán esas ideas aunque no existan pruebas de financiación ilegal y sobresueldos, ni tampoco si el juez llega a un veredicto de limpieza en la contabilidad del PP.

En cuanto a Rubalcaba, su imagen se verá seriamente dañada si se demuestra que los papeles de Bárcenas no reflejan las cuentas reales del partido.

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