La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Lo dejamos ya para después de Navidad
PASA LA VIDA
ES absurdo que, en Semana Santa, por un par de chubascos y el riesgo de que un chaparrón pase media hora por el centro de Sevilla, las personas que integran las cofradías de las hermandades no vayan a la Catedral para realizar su anual estación de penitencia, mientras las imágenes y los pasos quedan en los templos como lógica medida de precaución. Ya lo he dicho años ha en días en los que siete u ocho cofradías se han quedado sin salir por miedo a la lluvia... y no se hubieran mojado ni los aguadores. Javier Criado, hermano mayor de Pasión, es el acertado relevista que ha iluminado el contradiós para someterlo a consulta en su hermandad. La fuerza de la costumbre se ha impuesto en la votación. Y aún hay quienes se rasgan las vestiduras considerando que el psiquiatra se ha vuelto loco al plantear tamaña herejía. No, el cuerdo es él.
Ni los macarenos van a perder su fe por dejar a su virgen en la basílica de madrugada a resguardo de un frente nuboso, y volver a verla a mediodía, orando antes y después de la procesión, ni la celebración de la Pasión pierde autenticidad con los penitentes de Los Estudiantes o el Gran Poder abriéndose paso sin un cristo que se mueva a golpe de llamador. Ni Pedro fue a Roma con ciriales y palios ni Pablo dejó de ir a Éfeso por no convertir a Jesucristo en una talla de madera. Criado le recuerda a otros cristianos de dónde venimos y adónde vamos.
Si no quieren ir muy lejos para cavilar sobre este tema, que no es cosa de Sebastopol, descubran que hay otra Sevilla, como reza la publicidad de la Diputación. Desde el Palacio Arzobispal les pueden garantizar que también son hijos de Dios, y libres de maldición bíblica, los sevillanos de la provincia que también procesionan cuando llueve. Y no por eso dejan de vivir emociones quienes participan y quienes lo ven. Hace poco lo explicaba en nuestras páginas un cofrade de Marchena, asombrado por el pavor capitalino. El espectáculo no es el mismo, ciertamente. Pero la función principal ha de continuar.
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